«Con los Judas no se pelea, ellos se ahorcan solos». Arturo Vidal sigue sin ser importante en los esquemas de Valverde y así lo ha manifestado públicamente esta pasada semana. Llegó como una oportunidad de mercado y el desenlace que todos temíamos no ha tardado en suceder. Él es el guerrero incomprendido.
Para intentar entender una operación hay que poner sobre la mesa el máximo número de puntos de vista posibles. En este caso, trataremos dos. Por un lado, la del club, que la concibió como una oportunidad sin riesgo tanto por precio -18 millones- como por aptitudes futbolísticas –jugador experimentado al más alto nivel cuya aportación puede, llegado el caso, ser determinante en la consecución de la anhelada Champions. Por otro lado, la del jugador, predispuesto a venir a sabiendas que en Barcelona tendría mayores posibilidades de alcanzar su meta: también quiere la orejona. “Quiero tres Champions en tres años”, afirmó el día de su presentación. Por ende, la entente no fue complicada.
11 partidos oficiales después, la situación ya no es agradable. No nos engañemos, tampoco es una sorpresa. Arturo Vidal es un jugador con bagaje, testado al más alto nivel tanto con la Juventus –donde mostró su mejor fútbol- como con el Bayern. Sin embargo, tiene tanto talento como carácter y desquiciado puede terminar siendo una lacra en un vestuario con demasiados egos ya de por sí. La gestión para Valverde es de esas que uno no le desearía a nadie.
Arturo Vidal esperaba una respuesta equivocada. Llegó confiado de que sería titular y ya ha comprobado que ni lo es ni seguramente lo será, situación agraviada con sus constantes manifestaciones críticas. Fichar por el Barcelona es tarea ardua para cualquier futbolista, es un ecosistema al que lleva tiempo adaptarse y más aún si tu ADN difiere con el del club. Prueba de ello, en la última década pocos jugadores se han colado entre los 11 elegidos y finalizado fijos.
Por situaciones como estas, es importante que los clubes sean capaces de transmitir a los nuevos fichajes el rol exacto que van a desarrollar. Por ejemplo, en el caso que nos incumbe, el fichaje de Vidal se entendía desde una óptica futbolística si venia, principalmente, a ser importante en los desplazamientos más complicados, especialmente los de la Champions. Aportar experiencia, entrega y sacrificio para contagiar a los compañeros y subsanar la falta de calor del público.
Sin saborear minutos ni expectativas de qué la situación vaya a mejorar, el futuro del binomio Vidal-Barcelona se augura complicado. Encajar en la escuadra blaugrana es complicado y el chileno no ha empezado de la mejor manera posible. Veremos si, entre todas las partes, consiguen reconducir la situación o si, por el contrario, el club se ve obligado a rectificar en futuros mercados de fichajes.
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