Síguenos de cerca
Banner Revolut x Sphera Sports Oferta
Getty Images

Fútbol Internacional

Mucho más que un pitbull

Rastas largas, zapatillas llamativas y unas gafas que perfilaban la combinación perfecta. Detrás de ellas, unos ojos afectados de glaucoma y la visión de un jugador que estuvo cerca de quedarse ciego. Su estilo, inconfundible. Su legado, irrepetible. Edgar Davids ha pasado a la posteridad como un jugador icónico, aunque su fachada era tan importante e imponente que se olvida lo bueno que realmente fue y lo mucho por lo que pasó en su carrera.

Nació en Paramaribo, capital de Surinam, pero con apenas dos años se marchó a vivir a Ámsterdam, como muchos de sus compatriotas una vez se dio la independencia del país en 1975. De padre centroamericano y de madre con ascendencia judía, Davids creció en las calles de la capital neerlandesa en un gueto donde convivía con familiares y otros surinameses que habían llegado también a Países Bajos. El barrio se llamaba Bijlmermeer, que sobre el papel iba a ser un entorno futurista para ciudadanos de clase media-alta, pero que en la práctica terminó por ser refugio de inmigrantes y una colonia de integración social donde la vida era algo más que difícil. Considerado en los 80 y los 90 como el barrio más peligroso de Ámsterdam (así lo dicen los datos), Davids creció allí junto a Kluivert por las calles por las que también pasaron Seedorf o Rijkaard.

Encontró el fútbol como refugio para enfrentar las adversidades de aquellos que son diferentes en el lugar donde habitan y la calle fue su estadio particular. Nunca dejó de jugar allí. Hoy, con más de 50 años, lo sigue haciendo siempre que puede. También lo hacía cuando jugaba: “A veces íbamos de concentración dando un paseo por la calle y se ponía a jugar con unos críos”, recordaba Zidane. Como era imposible vencerle en los partidos callejeros de tres contra tres, en su infancia se ganó un apodo que no fue el que más peso tuvo en su carrera, pero que sí fue el más natural: “El Alcalde de la calle”.

Para su infortunio, Davids fue rechazado hasta en dos ocasiones por los reclutadores del Ajax. Era obvio que el chico tenía talento, pero era anárquico, demasiado impulsivo y no dudaba en alardear del regate siendo a veces más efectivo que práctico. Era un diamante por pulir, pero parecía realmente imposible poder sacarle brillo. Con todo, a la tercera fue la vencida y Davids ingresó en el Ajax cuando tenía 12 años. Muy tarde. Entrar en la academia, eso sí, le salvó la vida. Porque el pequeño Edgar acababa de abandonar los estudios, dejándole una nota de despedida a su profesora: “Me gusta escribir, me gusta escuchar música y me gusta coleccionar sellos. No me gusta que me den órdenes, como a un perro. Señorita, hemos tenido muchas discusiones y no me gustaría abandonar el colegio, pero esto no es para mí”.

Con una red de ojeadores por todo Ámsterdam muy estricta, los niños suelen ingresar en la academia del Ajax mucho antes. O bien a los 7-8 años, o bien ya en edad cadete o juvenil, a los 16, casi a punto de dar el salto a un primer equipo. La academia es lo mejor. Te enseñan disciplina. No solo fútbol. En el campo, todo gira alrededor del balón y a ser muy vertical con él. Pero es mucho más. Nos levantamos y entrenamos. Luego vamos a la escuela, después comemos, volvemos a la escuela y volvemos a entrenar. Tenemos el día ocupado hasta las 9 de la noche. Eso te enseña disciplina”.

Pero los primeros años de Davids en el Ajax fueron extraños. De una zurda exquisita y una técnica inigualable, Edgar comenzó a hacer sus pinitos como extremo izquierdo como segundo delantero. A veces, aunque menos, solía jugar como lateral. Cuentan varios entrenadores que tuvo en edad juvenil que estaba más pendiente de hacer caños que de ser práctico, hasta que Van Gaal llegó incluso a prohibírselo. Para él, era más importante tirar una porra que marcar un gol.

Para hacernos una idea de su calidad con el balón, es necesario rescatar unas palabras de Thierry Henry, con quien compartió vestuario en la Juventus. “Solía prepararnos el café mientras hacía toques con el balón y no se le derramaba ni una gota”. Davids afirma que tiene una manía y es que en todas las habitaciones de su casa tiene un balón, por lo que siempre es buen motivo para hacer algunos malabares. “Tengo la costumbre de hacer trucos mientras me cepillo los dientes”.

Davids progresó en el Ajax, debutó con 18 años y se hizo un jugador indiscutible en el equipo. Fue Van Gaal quien le reconvirtió a la medular y le dio su apodo más reconocible: El Pitbull. “En Sudamérica me llaman El Tiburón y otros entrenadores del Ajax me llamaban La Piraña, dice él. Fue el técnico holandés quien se refirió a su capacidad para morder tobillos y le emparejó entonces a esa raza de perro a la vez que le daba los galones en la medular a él y ponía en su antigua demarcación a Overmars.

En el primer equipo del Ajax militó cinco temporadas y su bagaje es para recordar. Ganó tres Eredivisie, tres copas del país, una UEFA y una Champions League, lo que le dio la posibilidad de conquistar también la Intercontinental y la Supercopa de Europa. Casi nada. Pero 1996 fue un año de cambios y la Ley Bosman le permitió salir gratis. Lo hizo dirección Milán en un verano que sería para olvidar.

Porque 1996 era año de Eurocopa. Holanda llegaba como una de las favoritas… Hasta que estalló un motín en el vestuario. Los jugadores de ascendencia surinamesa cobraban menos. No por temas raciales, sino porque daba la casualidad que todos ellos (Seedorf, Kluivert, Davids, Bogarde o Reiziger) eran los más jóvenes y el sistema de primas se establecía por antigüedad. La historia, eso sí, se vendió en los medios como un acto de racismo (algo que sí había pasado años antes, en época de Gullit y Rijkaard), hubo disputas internas y Davids fue expulsado por el seleccionador Hiddink tras el segundo partido del torneo por decirle que tenía que “dejar de chupar el culo de algunos jugadores”. Tardó dos años en volver a vestir la camiseta de la Oranje.

De manera paralela, Davids llegaba a Milán en el que iba a ser el gran fracaso de su carrera. Jugaba como medio por la izquierda a las órdenes de Tabárez, pues el doble pivote quedaba para Boban y Albertini. Aquel Milan no carburaba en absoluto y a él le llegó una doble mala noticia. Por un lado, le informaron que tenía un pequeño problema de visión. Más tarde derivaría en el famoso glaucoma. Por otro, se partió la tibia y el peroné. Pasó muchos meses recuperándose. La operación, además, se complicó. Le avisaron que el riesgo de producir una trombosis era altísimo. Afortunadamente, no sucedió.

Mientras, Costacurta, uno de los capitanes del equipo, cargaba duramente contra él, acusándole en una rueda de prensa de ser La manzana podrida del vestuario. Davids tenía solo 23 años y se estaba encontrando cómo su carrera se iba a un pozo. Lesionado, con riesgo de perder parte de su visión y expulsado por su selección. Estuvo más de medio año de baja, no pudo hacer pretemporada a las órdenes de Capello y el técnico italiano apenas contó con él en el inicio de la 1997-1998. Por eso, cuando en enero de 1998 le llegó la oportunidad de ir a la Juventus, ni se lo pensó. “La Juventus iba segunda y el Milán décimo. Lippi me dijo que me necesitaba y pasé de no jugar nada en el Milán a ser indispensable en Turín”. La venta, cifrada en 8M€, una vez fue calificada por Galliani como el mayor error de su carrera.

En la Juventus, Davids se reencontró consigo mismo. Formó uno de los mejores medios del mundo junto a Zidane, retornó a la selección y demostró su mejor nivel en los mejores escenarios del mundo. Nada más llegar, la Juventus logró remontar al Inter para terminar ganando la Serie A y llegó a la final de la Champions League, cayendo ante el Real Madrid. Ese verano, a su retorno a la selección, fue el líder de una Holanda que llegó a semifinales del Mundial, cayendo por penaltis ante Brasil y siendo incluido en el XI ideal del torneo. “Cuando vimos que Países Bajos perdía, sabíamos que íbamos a ser campeones, porque realmente sabíamos que era imposible ganar a Holanda en la final”, admitiría Henry.

Si ya era una estrella para las marcas (sobre todo Nike), su fama se multiplicó hasta el punto de ser el gran reclamo publicitario de eventos como el propio Mundial 1998. La marca de Oregón, además, le hizo la cara visible de todos sus spots durante años. Incluso, fue la imagen de portada de un videojuego llamado ‘The Mission’ (basado en un spot de Nike), donde varias estrellas tenían que pelear contra ninjas a base de balonazos. Esto se vio potenciado cuando, en verano de 1999, fue operado de glaucoma. Le habían avisado que podía perder la visión completa e, incluso, la cirugía fue arriesgada. “Pensé que tendría que retirarme”. Los médicos le recomendaron jugar con gafas para proteger la zona durante un tiempo, y aquello se terminó convirtiendo en su marca total de identidad, aunque al principio fue complicado. “Se me empañaban y no veía nada”.

Davids militó varios años más en la Juventus. Concretamente, hasta 2003. Ganó dos títulos más de Liga y volvió a jugar (y perder) una final de Champions. En 2001 le llegó un golpe tremendo cuando dio positivo por nandrolona. Entonces una práctica especialmente extendida en el fútbol italiano y, sobre todo, en la Juventus, a Davids el positivo le llegó por culpa de un colirio que llevaba utilizando desde 1999 para tratar su glaucoma y del que tenía constancia la FIFA. De nada sirvió y, en una Italia que entonces quería dar ejemplo al mundo por los casos tan sonados que se habían producido años antes, acabó sancionado por 12 meses, aunque una vez presentadas las alegaciones y demostrando que la sustancia procedía de los colirios, la sanción se redujo a menos de cinco meses. Blatter, presidente de la FIFA, llegó a insinuar que el positivo de Davids había sido por algo más, pero nunca hubo pruebas de aquello.

Pero su temperamento siempre le hizo estar poco tiempo en los sitios. Era un jugador de sangre caliente, un líder que tendía a querer tener más mando del que debía y solía confrontar con los entrenadores que tenía. Por eso, a finales de 2003, su relación con la Juventus terminó. Resulta que Davids solo tenía unos meses más de contrato. En Italia se aseguraba que, ni quería renovar, y que tenía ya un acuerdo para unirse a la Roma libre en verano. El técnico italiano decidió mandarle al ostracismo durante meses y aceptó enviarle a préstamo al Barcelona en enero.

Cuando Davids llegó al Camp Nou, a un partido de terminar la primera vuelta, el Barcelona era 12º en Liga y estaba a 18 puntos del Real Madrid. Además, hacía cinco años que el equipo no ganaba un título. El holandés fue titular en todos los partidos y el Barcelona terminó como subcampeón, la mejor posición en Liga en los últimos cuatro años, superando al Real Madrid y acabando a cinco puntos del Valencia, campeón. En el Barcelona aportó el músculo esencial para que brillara un joven Ronaldinho y volvió a coincidir con Kluivert, a quien conocía desde la infancia en Bijlmermeer.

Pese a su gran actuación, no se pudo quedar en Barcelona. Él quería tres años de contrato con posibilidad a uno más y el club catalán no estaba dispuesto a ofrecérselo a un jugador que ya tenía 31 años. Fue el Inter quien colmó sus expectativas y allí se marchó. Si bien empezó el curso como titular, a medida que fue pasando el tiempo perdió el sitio e, incluso, salió de las convocatorias. En Italia se especuló con una pelea con el técnico Mancini, pero este siempre la negó y alegó problemas físicos del neerlandés. Sea como sea, apenas duró 12 meses en su vuelta a Milán y en verano de 2005 se marchó al Tottenham.

En la Premier militó un año y medio, fue indiscutible, aunque siempre defendió que no comulgaba con ese fútbol tan directo. En enero de 2007, a punto de cumplir los 34, volvió al Ajax, para poner casi el broche a su carrera. Después de un curso y medio de retorno en la Eredivisie, colgó parcialmente las botas. Negoció con equipos tan dispares como el Leicester, el Maccabi de Tel Aviv y se dejó querer por equipos de Argentina. Dos años después, con 37, retornó al fútbol de la mano del Crystal Palace, con quien solo jugó un puñado de partidos antes de recalar en el Barnet (previo otro retiro temporal), donde terminó colgando las botas a los 41 años.

No pasó un día sin estar ligado al fútbol. De hecho, en el propio Barnet hizo labores de jugador-entrenador. Cogió la carpeta y ha dirigido a algunos equipos como Olhanense o el propio Barnet. Ha pasado por todas las categorías formativas como entrenador del Ajax y también ha sido asistente en la selección absoluta hasta hace poco. A día de hoy Davids sigue haciendo lo mismo que cuando jugaba. Si pasa por la calle y ve a unos niños jugando al fútbol, se pone a jugar con ellos. Organiza eventos de fútbol callejero, es jurado en torneos de Freestyle de Red Bull y se encarga de la marca de ropa que fundó a finales de los 90, cuando aún militaba en la Juventus. Su estilo, su juego y su legado han pasado a la historia escondidos en unas gafas y unas rastas. Edgar Davids siempre será icónico.

Periodista | Profesor | Deporte en general y fútbol en particular | 📚Escribí 'Atleti, historia de un despertar' | A veces hago hilos 🧵

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Fútbol Internacional