Dortmund convocó a los fantasmas del pasado. Guirassy se vistió de villano y el Barça se escondió en la habitación del pánico. Los blaugranas, en consecuencia, firmaron su peor encuentro en lo que va de año. Dada la ventaja, el conjunto de Niko Kovac debía hacer ‘all in’. Eso lo sabía Flick, que ya avisó de que nadie podía relajarse. Y consciente de que faltarían dos piezas relevantes de su engranaje en el tapete, gran parte de los síntomas padecidos anoche. Iñigo tenía una tarjeta amarilla y el entrenador prefirió reservarlo y no arriesgar. Faltó el defensa al que el sistema del técnico alemán le queda como un guante. Y faltó también el centrocampista tinerfeño, el motor de este equipo. No Pedri, no party.
La afición culé pasó, de tener una convicción rotunda, a plantearse dudas tras el segundo tanto del rival. Su equipo se había dejado los trucos en la montaña mágica. Porque la Champions puede ser justamente esto; un disparate. Los espíritus del pasado se colaron en el templo del muro amarillo y, por un instante, le helaron la sangre a más de uno. «Las caras, Juan, las caras». Netflix se quiso frotar las manos con una historia que hubiera sido digna de documental. Pero el Barça pudo salir esta vez del escape room, porque todas las pistas las encontró en Montjuïc haciendo los deberes a la perfección. Se aplicó el Barça aquello de que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Exigencia es una palabra que compone el ADN Barça. A este club siempre se le pide ganar y no de cualquier forma. Menos lobos, Caperucita. Todos nos dormimos alguna vez tras apagar el despertador. Quizá habría que recordar que a principios de temporada cualquiera en la parroquia culé habría firmado por clasificar a semifinales padeciendo hasta el último instante. Saber sufrir también forma parte de competir. Aunque cueste creerlo, los de Flick se llevan de Dortmund una lección necesaria para opositar al codiciado trofeo.
El Barça está en semifinales seis años después. Se dice pronto. Lo hace con una plantilla que nunca ha saboreado esa cita. Solo ter Stegen estuvo en aquel episodio donde el Liverpool firmó una remontada que todavía provoca ardores. Una oportunidad para cambiar la fatalidad de sus últimos recuerdos. No sería justo no afirmar que este equipo está preparado; lo lleva demostrando toda la temporada. El vaso, siempre medio lleno.