Muchos de los grandes conflictos históricos que se conocen no tienen origen en lo que nos cuentan. Se venden motivos territoriales, políticos, raciales… cuando muchas veces la verdad es tan peregrina como una traición, el robo de una joya o un adulterio. Sólo el paso del tiempo parece que puede calmar según que situaciones, pero la sensación es que cada minuto que pasa Germán Valera ahonda más en la herida entre Atleti y Villarreal.
La joya ahora brilla en Santa Cruz y en dos ratitos ha puesto a babear al personal. En el ecosistema del fútbol el molinense ha convertido clubes en carne fresca de la pirámide alimenticia. El Real Murcia se lo sacó del horno a la Escuela de Altorreal. El Villarreal trituró al Real Murcia. El Atleti masticó al Villarreal. Y Germán, desde su 1.70 desarrolla su fútbol por encima del hombro para seguir creciendo en la jungla.
Apoya con la derecha para acumular poder en la zurda. Es curioso porque mezcla la finura y la elegancia en el toque que podría perderse por su violenta musculatura. Tiene el freno y el arranque preparado para no gripar, y su juventud sólo es compañera de habitación y en ratos libres, porque en trincheras parece ir sobrado a los 18. Incluso el acné ha perdido la batalla contra él.
Se le ve rubio de ojos azules y mirada tierna y eso viene en el segundo apellido: Karabinaite. Un toque lituano para un tipo de Murcia. Exotismo en las raíces trasladado al verde. Que sea rápido, que tenga desborde y visión, que tantos se hayan peleado por él… son elementos de una ecuación común en jóvenes futbolistas que despuntan, pero este tiene don. No sólo el del gol, sino el del momento. Es un carpe diem constante. De titular o saltando desde cocheras. Cada segundo cuenta y en Tenerife, ya en fútbol profesional, consagra todavía más la vista de Juan Carlos Cordero y su camino a lo alto. Seguro que el Cholo, que ya le hizo debutar, no le pierde la pista.
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