Ernesto Valverde llegó en verano a un Barcelona colapsado
mentalmente, situación que se acentuó con el adiós de Neymar. El equipo
necesitaba una nueva renovación, ir un nuevo paso más allá. Llegó Dembélé, pero
quedó un sabor agridulce. No parecía suficiente.
Fiel a su filosofía, el
‘txingurri’ subo sobreponerse a los problemas de plantilla y de resultados -5-1
en el global de la Supercopa- a base de trabajo. Evolucionó el sistema a un
4-4-2 con un XI bastante definido. Había 10 jugadores titulares y una duda:
¿Quién acompañaba a Roberto en banda derecha? En defensa, la opción era y es
colocar a Semedo y adelantar al de Reus a la línea de cuatro del centro del
campo. En ataque, en cambio, el casting es mucho más amplío y está más abierto
que nunca. La lesión de Dembélé y la no adaptación de Deulofeu han ayudado a
ello.
Según el rival, según el
contexto, según el momento. Valverde aprovecha esta carencia en la confección
de la plantilla para rotar a sus jugadores y sacar el máximo rédito posible. Ello
es positivo porque nadie sabe quién va a jugar hasta el último momento y obliga
a los jugadores a estar siempre concentrados.
Tras cuatro meses de prueba, no
obstante, ninguno ha sobresalido sobre el resto. Se ha cumplido, pero no
destacado. Sí es cierto que Valverde ha determinado cosas importantes como que
Deulofeu no tiene hueco, Aleix merece una oportunidad o la importancia de André
fuera de casa ante rivales directos. Pero también lo es que de cara al futuro a
corto plazo la situación tiene pinta de cambiar. Especialmente en las grandes
citas, pues en el resto de partidos las rotaciones seguirán al orden del día y
el casting, por supuesto, abierto: de aquí puede salir algunas de las salidas
en verano. Es un examen constante.
La recuperación de Dembélé y la
llegada de Coutinho, como decía, han cambiado el contexto. Valverde, por
primera vez en la temporada, puede contar con dos jugadores, en condiciones normales,
superiores al resto de la competencia. Entre ellos dos se repartirán los
minutos de las grandes citas. El resto, para los de siempre: Ter Stegen;
Roberto, Piqué, Umtiti, Alba; Busquets, Rakitic, Iniesta; Messi y Suárez.
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