Andrea Belotti es como uno de esos gallos viejos de pueblo grande o muy urbanizado que, despistados por la creciente y cotidiana contaminación lumínica nocturna, se dedican a cacarear durante todo el día, sin importar la hora que sea, dejando de lado su misión innata de ejercer de despertador natural en el ámbito rural para que los agricultores o los ganaderos puedan aprovechar al máximo todas las horas de sol. La única diferencia es que, en el caso del nueve del Torino, su canto constante posee una razón de ser meridiana e imprescindible: mantener permanentemente despierto a un equipo metido en problemas desde el inicio de la temporada y que no puede permitirse cerrar los ojos plácidamente ni por un solo instante.
La reciente llegada de Davide Nicola al banquillo granata en sustitución de Marco Giampaolo, un técnico que no casó desde el principio ni con la tradición táctica del club ni con el grueso de la plantilla por una cuestión de adecuación y características, ha traído al Toro una revitalización táctica y, sobre todo, una inyección anímica y psicológica por parte de un entrenador que sí encaja perfectamente con la esencia del club turinés por su garra, su mensaje y su carácter.
Gracias a su figura, a un sentido más vertical del juego asociativo, una agresividad mucho mayor en fase defensiva y un apego consolidado a lo largo de su trayectoria por el 3-5-2 del que el Torino ha sido uno de los grandes adalides de la última década en la Serie A, el conjunto granata al fin ha demostrado, en apenas tres jornadas con su nuevo entrenador y a pesar de no haber ganado todavía con él, ser un equipo con un potencial real bastante por encima de la media de los clubes destinados a luchar por no bajar, y con armas para competir cada partido.
Sin embargo, si no llega a ser por el liderazgo solitario y el canto en la oscuridad del ‘Gallo’ Belotti es muy posible que este Torino, con sus mismas circunstancias y elementos, estuviese en este momento en una situación clasificatoria mucho más extrema si cabe, puede que incluso prácticamente descendido en febrero, al menos por la sensación de vacío absoluto que estaría transmitiendo y, por supuesto, sin poder aferrarse a una certeza tan rotunda y a una esperanza tan clara como las que supone contar cada fin de semana con Andrea Belotti en el frente de ataque, al comando de todos, manteniendo despiertos a sus diez compañeros y sujetando deportivamente a la institución en su conjunto con su desmedida influencia.
Hasta la llegada de Nicola, el Toro era un equipo muy encorsetado y contradictorio. Un equipo que empezó jugando a algo parecido a lo que su entrenador había siempre desarrollado pero que el grueso de la plantilla no sentía como propio y que acabó jugando a algo parecido a lo que el grueso de la plantilla había siempre desarrollado pero que el entrenador no sentía como propio. Y como factor añadido, la plantilla carecía de un especialista para una posición tan fundamental como la de regista, tanto para ejercer de epicentro del juego en el clásico 4-3-1-2 de Giampaolo como para salir, interconectar líneas y hacer progresar junto al equipo a través del balón en el 3-5-2 al que tuvo que acabar virando.
Un conjunto totalmente dependiente en fase ofensiva de la energía incombustible de Belotti, de sus apoyos bajísimos para recoger el juego directo, para intentar descargar para encontrar un socio sin éxito, para activar piezas, para generar jugadas o consolidar ataques por muy rudimentarios que estos fuesen. Un equipo que solo conseguía alimentarse a través de su movilidad, de sus caídas a los costados para estirar a la zaga rival, de su autosuficiencia, de su amenaza al desmarque pese a ser altamente desapercibida, de sus conducciones individuales más basadas en la fuerza que en la maña, de su capacidad física para ganar disputas abajo y arriba o provocar faltas que al menos acercasen al Torino al área a través del balón parado.
Y en un contexto tan desfavorecedor, Belotti ha continuado demostrando su valía o la ha demostrado incluso en mayor medida, mejorando su grado de eficacia rematadora y también su frialdad frente al portero respecto a temporadas anteriores, aumentando, por ejemplo, el registro de los 0.99 tiros a puerta por cada 90 minutos del curso anterior y alzándolo a los 1.16 de la presente campaña. Además, el bergamasco es el 5º futbolista de la Serie A que más goles produce de forma directa entre tantos y asistencias (16), muy cerca de los 19 de Cristiano Ronaldo o de los 17 de Romelu Lukaku, Henrik Mkhitaryan o Ciro Immobile, la élite estadística de la competición en aquello que más importa y que más ayuda a ganar partidos.
Precisamente con su amigo Immobile, Belotti vivirá una batalla de aquí a final de temporada por ser el nueve titular de Italia en la próxima Eurocopa. Siendo dos delanteros con características similares —nueves “transitadores”, de gran energía sin balón, buenísimos lectores de espacios en vertical aun partiendo a muchos metros del arco, acostumbrados a repartirse zonas con otro punta y aprovecharse de ello y más duchos atacando la espalda que finos en espacios reducidos—, hay algunos aspectos que pueden ser clave para que la balanza se desequilibre del lado del ariete granata como, por ejemplo, su mayor presencia en el área para fijar centrales o para aprovechar los envíos laterales al punto de penalti. Aptitudes muy válidas para un equipo como la Nazionale que quiere acumular balón en la mitad adversaria, progresar en bloque y acabar llevando el cuero a los costados, y a las que puede sumar su asunción y protección del juego directo por alto en el caso de que los azzurri necesitasen valerse de un recurso así en un contexto de inferioridad en el dominio a través de la posesión.
Además, aunque muy a su manera y debido en parte a las carencias creativas en la medular del Torino, Belotti esconde una vertiente creativa que suele pasar desapercibida, pero que es muy importante para su club, así como un valor añadido y una parte decisiva de sus fundamentos y características como delantero centro y que puede hacerle ganar todavía más puntos en esa particular carrera por erigirse en el nueve titular de Italia. Es el séptimo futbolista del campeonato italiano que más asistencias esperadas (xA) ha repartido (4.7) —este dato se relaciona directamente con los expected goals (xG)e indica el número de pases que acaban en un remate de un compañero, cuanto mayor sea el número, mayor es la calidad de la ocasión generada en términos de probabilidad de gol— y el futbolista que más pases filtrados (10) completa a la espalda de la línea defensiva rival por delante de Luis Alberto, a quien todos consideramos el gran especialista de la Serie A en este tipo de envíos al espacio.
Sin embargo, los límites del ‘Gallo’ van también de la mano de sus virtudes, del sobreesfuerzo y de la altísima carga de trabajo y responsabilidad a la que le obliga el Torino en cada partido y de la que ha aprendido a alimentarse para conformar su esencia como nueve basado en la entrega, en la fuerza, en la arrancada y en el cuerpo a cuerpo. Belotti es un futbolista que, aunque ha mejorado ostensiblemente en su puntería y contundencia con el disparo, sigue necesitando un volumen alto de remates, además de un contexto que le permita ser vertical, agresivo, directo y que le ponga en situaciones de permanente fricción con los defensas, en las que es capaz de extraer innumerables ventajas gracias a su superioridad física. ‘El Gallo’ necesita sentir el contacto de la marca cerca para interponer su cuerpo entre el rival y el balón, ganar en primer lugar la posición de esta manera y a continuación girarse para ganar a su vez el espacio y poner en marcha su potencia en conducción y su buena protección del cuero. Dos características muy destacadas en su juego que le hacen ser, nada más y nada menos, que el futbolista de la Serie A que más faltas recibe (86), con una diferencia de más de una veintena respecto al segundo (Rodrigo De Paul), y también el octavo jugador que más faltas realiza.
Mientras Roberto Mancini sigue recolectando argumentos a medida que avanza la temporada para poder decidir con el menor grado de equivocación posible si será él su referencia ofensiva o si, en cambio, lo convertirá en la principal alternativa en el puesto de nueve azzurro de cara al próximo y esperado gran torneo de selecciones, Andrea Belotti seguirá sosteniendo al Torino y permitiéndole poder crecer en lo competitivo y en lo futbolístico. Gracias a su incesante cacareo, el Toro debe salir definitivamente del pozo de la clasificación y acercarse a zonas de la tabla mucho más propias de las posibilidades reales de la plantilla, de la interesante idea de juego de su nuevo técnico y, especialmente, mucho más propias del sobresaliente nivel sostenido de su mejor hombre y de su capitán: uno de los dos mejores nueves italianos del momento y uno de los futbolistas más determinantes de toda la Serie A.
Imagen de cabecera: Imago
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