Hoy Rafa Benítez cumple 65 años. Y aunque lleva un tiempo sin banquillo, sigue presente en la conversación de los que amamos el fútbol. Porque hablar de Benítez inspira orden, de método, de equilibrio. Un entrenador que no buscaba titulares, pero al final resulta que acababa haciendo historia.
No ha sido el más mediático, ni el más carismático en rueda de prensa. Pero ahí están sus títulos, su Champions con el Liverpool, sus dos Ligas con el Valencia, su Europa League con el Chelsea, entre otros. Lo suyo era la libreta, el vídeo, la táctica, el trabajo diario. Desde Valencia hasta Liverpool, pasando por Nápoles, Celta de Vigo, Newcastle o el Madrid, entre otros, construyó equipos sólidos. Pensaba cada detalle, siempre con una idea muy clara: controlar el partido desde la organización.
Le dijeron defensivo, pero nunca lo fue. Fue un entrenador que buscó que su equipo supiera cuándo atacar, cuándo presionar, cuándo replegar. Que un mediocentro no solo corriera, sino hacerle participe y que pensara. Que el equilibrio lo fuera todo. Y así, levantó títulos grandes, como la inolvidable Champions de 2005 con el Liverpool. Lo que otros hubieran dado por imposible, él lo transformó en milagro.
Sus equipos solían funcionar mejor en la segunda vuelta, cuando su plan ya estaba bien engrasado. Y sus jugadores, los que de verdad lo entendieron, hablan de él con respeto y admiración. No jugaban para la grada, pero competían como pocos. Gerrard, Xabi Alonso, Baraja, Albelda… todos entendieron su método. Todos crecieron bajo su pizarra.
Ahora lo vemos analizando partidos para la UEFA, desmenuzando sistemas, explicando el juego como solo él sabe hacerlo. A pesar de no estar en un banquillo, Rafa sigue mirando el fútbol como pocos: mente clara y mucha pasión.
Hoy es su cumpleaños. Y aunque no lo celebre con un partido, vale la pena recordarlo. Benítez es uno de esos entrenadores que enseñó que al fútbol se puede ganar con la construcción de ideas. Y las suyas, a día de hoy, siguen siendo necesarias.
