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Doy fe

Yo no soy creyente. Bueno, miento. Creo en muchas cosas. Creo en el karma, creo que pasar debajo de una escalera trae mala suerte, creo que tocar un trofeo antes de disputarlo también, y creo que siempre es buen momento para empezar de nuevo, empezar algo por primera vez. Creo que siempre estamos a tiempo de todo. Y aunque no creo mucho en la fe, sí creo en la gente que la tiene y nunca la pierde.

Con los años me he dado cuenta de que eso de la fe va en aumento, va de la mano con la edad… cuánto más mayor te haces más fe tienes, o eso creo. Y no es como quien tiene hambre, ahora sí, ahora no. Ahora tengo ganas de fe, ahora estoy empachado de ella. Más bien es como el amor a unos colores o un escudo, o se tiene o no se tiene. Hay gente que la pierde, porque no sabe dónde la ha dejado, pero la tiene. Es algo que siempre llevan encima, como el móvil o las llaves. Para otros es el comodín, el último recurso. ¿Cómo no se va a poder si tengo fe? Aunque sea por conveniencia y a la desesperada.

En el deporte la fe está por todas partes, por cada rincón, allá donde mires, ahí está… Ningún deporte se escapa a ella, incluso para los más escépticos como yo. Hay gente que nunca perdió la fe en Vinicius. Quizás la dejó guardada en un cajón y tiró la llave. Pero en las 4 jornadas que llevamos de temporada, ha ido a buscar su llave, la ha recogido, ha abierto el cajón y ha sacado a relucir su fe en el brasileño.

Hay que tener mucha fe -o ser muy Sergio Llull- para remontar 19 puntos al Barça de Jasikevicius en la final de la Supercopa. Hay que tener mucha fe para, con todas las bajas, lesiones, salidas y puente aéreo incluido, apagar el interruptor de los azulgrana y cortocircuitar cualquier atisbo de conexión.

Sin saberlo, o sin darle tiempo a pensar en ello, Lewis Hamilton tuvo fe en que el halo le salvara de una desgracia cuando el Redbull de Verstappen acabó encima de su Mercedes, y le rozó el casco en el GP de Monza. El roce no hizo el cariño, pero fue mucho mejor que la alternativa que podría haber supuesto una tragedia.

Momento del accidente entre Max Verstappen y Lewis Hamilton

Luego está la fe de Daniil Medvedev. Contra el número 1 del mundo, Novak Djokovic, que estaba a 1 Gran Slam de cerrar un año perfecto y ser el más grande de todos los tiempos, la fe pudo más que la historia. Con todo el público en contra, abucheado… El ruso decide que no, que él también juega y que por algo es el número 2. Dice que no está en Nueva York para hacer turismo y que él también quiere su primer ‘Grande’ aunque sea a costa de uno de los más grandes… la fe en derrotar al que gana siempre.

También está la fe del Atlético de Madrid y la fe del Cholismo que se paseó por el RCDE Stadium del minuto 46 al 100. La fe en empezar a defender su título de liga desde la primera jornada. La fe en Joao Félix, la fe en el nuevo Carrasco que volvió hace unas temporadas para quedarse y, sobre todo, la fe en que verán de nuevo al mejor Principito.

Entonces, ¿qué significa ‘la fe’? Para mí, repito, que no creo en lo divino, la fe significa creer. En muchas cosas. En ti, en mí, en nosotros, en vosotros, en ellos y ellas. Creer siempre que sí, se puede, creer siempre en lo imposible. Por eso os digo, a los que la tenéis, agarradla fuerte y no perdáis nunca la fe.

Imagen de cabecera: ATP Tour

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