André Gomes es el reggaeton. Ese género musical posmoderno que aterroriza a algunos pero amado por otros tantos. Y que además está de moda. Un género incomprendido. Desagradable en forma, un tanto obsceno tal vez pero que tiene ese no sé qué, un qué sé yo que termina por contagiarte irremediablemente. Bueno, André Gomes es el trap. Un paso más allá.
El centrocampista portugués cuajó una temporada espectacular en el Valencia de Nuno Espírito Santo que logró clasificarse para Champions League y tuvo un rol protagonista en la selección portuguesa que hizo historia en Francia. Juventud, recorrido, capacidad para ocupar diversas demarcaciones en el ataque… Tenía ese no sé qué que tanto gusta a los grandes y lo acompañaba la persona ideal para triunfar, Jorge Mendes, que en nuestra analogía equivaldría a Bad Bunny, por lo que el éxito parecía asegurado.
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Barcelona y Real Madrid entre otros se interesaron en hacerse con los servicios del luso, quien finalmente recaló en la Ciudad Condal. Pero su rendimiento no fue el hit esperado por quienes lo vieron en La Liga una temporada antes. No ha terminado de adaptarse al esquema, transmite cierta desorientación, su estilo aparentemente apático y lento no ayuda y la situación del equipo, en contraposición con un Real Madrid intratable levantando su segunda Copa de Europa consecutiva, obligaba a buscar culpables. Condicionantes que han situado a André en el disparadero.
(Getty)
Pero André Gomes simplemente es el reggaeton para nuestros abuelos. Me explico. No lo comprenderán y probablemente lo repudiarán. Un ritmo diametralmente opuesto a lo que ellos han vivido -para la afición culé parece ralentizar el juego de toque rápido del que se enamoraron-, unas letras que chocan con su educación -al igual que para el gurú culé que quiera situarlo en una demarcación específica que no encontrará, porque en el Barça no existe su puesto ideal-, una actitud ofensiva para las mujeres y ciertos colectivos -la apatía que André parece transmitir debido a su naturaleza tranquila- y un contexto de redes sociales que escapa de sus alcances -el entorno Mendes, la polémica que conlleva su figura y su vinculación con el Real Madrid– nos acerca a entender que sea complicado para ellos poder disfrutarlo.
Pero deben darle una oportunidad a André -al reggaeton si no quieren no es necesario-. No será un jugador que pase a la historia del Barça, del que tu hijo pida la camiseta por Navidad, no es esa canción de Sinatra o Queen que marca un antes y un después en el mundo de la música pero es un futbolista útil. En determinados contextos puede ayudar. Ha demostrado querer ser importante y no ha dado un problema. No es ese “chunda chunda” ruidoso y sinsentido que nuestros yayos nunca disfrutarán.
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