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Froome vs Contador: el duelo final llegará en julio

Enrique JULIÁN GÓMEZ – La semana pasada se disputó la Dauphiné Libéré, clásica carrera de una semana y habitual aperitivo y campo de pruebas de ASO de cara al Tour de Francia, que comenzará el próximo sábado 5 de julio en el Yorkshire inglés. En la región histórica francesa del Delfinado también se vivió el 'prólogo' del duelo que marcará el mes de julio sobre dos ruedas en la carrera más importante y mediática del año.

En la esquina derecha, Chris Froome, vigente campeón del Tour de Francia, también segundo en la edición de 2012 por detrás de su compatriota, compañero y ahora prácticamente apartado Bradley Wiggins, y líder de la máquina de Sky. El equipo inglés, sin embargo, no ha tenido su mejor año. Froome solo ha ganado en Romandía, tras no participar en Tirreno por una lesión de espalda y las suspicacias se han cernido sobre ellos tras los valores sanguíneos anómalos de Sergio Henao -que correrá el Tour-, los problemas repentinos de Richie Porte o las recientes acusaciones a Froome sobre el uso excesivo de corticoides, además de su 'sobrevenido' asma -aunque defiende que es asmático desde adolescente, pese a que ni siquiera lo nombra en su cacareada biografía- tras el uso de un inhalador en carrera.

En la esquina izquierda, Alberto Contador, vencedor del Tour de Francia en 2007 y 2009, desposeído del de 2010 por dopaje y que tras su sanción solo había triunfado en la Vuelta 2012 hasta esta temporada. Sin embargo, tras un 2013 desastroso, el ciclista español ha recuperado el golpe de pedal de antaño este año. Ganó en Tirreno gracias a su exhibición camino de Guardiagriele, fue segundo en la Volta y venció también en País Vasco. Y ahora en Dauphiné ha confirmado que, en efecto, está en condiciones de arrebatarle el favoritismo al inglés.

Los dos primeros envites en Dauphiné fueron sin embargo para Froome, pero con Contador siempre pegado a su estela. En el prólogo de Lyon, un crono de una decena de kilómetros, el inglés superó por ocho segundos al español. En la segunda etapa y primer final en alto en el Col du Béal, los descomunales ataques de Froome, que se llevó la etapa tras un sprint final de 600 metros cuesta arriba, no consiguieron soltar a Contador de rueda.

El ciclista de Tinkoff sacó su fusil después. En la nerviosa y rompepiernas jornada camino de Le Mur, con seis puertos puntuables, tres de ellos de segunda categoría, Contador atacó en el descenso del penúltimo paso. Llegó a alcanzar una prometedora ventaja, pero el genial trabajo de Froome dio al traste con sus opciones… por el momento. El penúltimo día, con final en el puerto suizo de Finaut-Émosson, Contador atacó en el tramo final del ascenso y se hizo con el liderato. Froome, que había sufrido una caída el día anterior, se refugió entre sus compañeros y reaccionó demasiado tarde.

El último día, sin embargo, Contador perdió Dauphiné. El zafarrancho de combate preparado por Vaughters, uno de los mejores estrategas del pelotón, y su equipo Garmin, permitió a Talansky, que andaba tercero en la general, hacerse con la carrera. Contador, sin equipo -acudió con el bloque secundario, el que estará en el Tour está corriendo en Suiza-, tuvo que tirar de casta y fuerzas para irse en solitario en brutal persecución en solitario, una demostración de fuerza en vano. Quien perdió todavía más es Froome, que se desfondó a la espalda de su equipo y perdió cuatro minutos con el pinteño.

Alberto Contador llegará de este modo en plena forma al Tour de Francia, con ganas de revancha tras la decepción del año pasado, cuando ni siquiera fue capaz de subir al podio. A un nivel al que no se le veía desde antes de la sanción por dopaje, Chris Froome tiene motivos para estar preocupado el próximo mes. La presencia de etapas nerviosas de media montaña en los Vosgos y el diseño de las etapas de alta montaña en Alpes y sobre todo Pirineos pueden dar vuelo a la valentía de Contador, sobre todo ante el miedo de Froome a las situaciones descontralados y el acartonamiento táctico habitual del Sky en este tipo de etapas.

La etapa del pavés en Arenberg puede marcar diferencias entre ambos, aunque Froome a priori cuenta con un equipo bastante superior para el arte de las piedras. Y por supuesto, no hay que olvidar esa contrarreloj final de 52 kilómetros, que deberá estar en la mente y cálculos de ambos durante toda la carrera. Lo que está claro es que, con esta competencia y el recorrido propuesto, puede ser un divertido y recordado Tour de Francia.

Madrid, 1993. Oscense de adopción. Editor en @SpheraSports. Combino Calcio y ciclismo con todas las consecuencias.

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