Juventus-Real Madrid. Final de la Champions League 2016-17. Minuto 20. Kroos y Benzema dirigen el contraataque. El balón llega a Cristiano, que ve como le dobla Carvajal por la derecha. Cristiano se la pasa, Carvajal la devuelve atrás y el luso marca. Tras hacer su clásica celebración del ‘SIU’, Ronaldo se dirige a la cámara: “One chance. Bang.” Era su primera ocasión y no la desaprovechó.
Ese momento definió a la perfección a Cristiano Ronaldo. No perdona. Es un enfermo del gol. De hecho, nadie ha metido más que él. Con su doblete ante el Udinese, se convirtió en el máximo goleador de la historia del fútbol. Suma 758 tantos en 1035 partidos. El luso ha logrado algo tremendamente meritorio: aguantar el ritmo goleador de un futbolista llamado Leo Messi que nació con un don. Es más, ha conseguido que haya debate sobre quién es más grande de los dos. Un debate que en condiciones normales no debería existir. Pero es que lo de Cristiano no está siendo normal. Es importante remarcar el tiempo verbal de esta última frase. En un mes cumple 36 años, pero lo que está haciendo sigue sin ser normal: marcó 44 goles en 44 partidos en 2020. Cristiano sigue siendo un martillo pilón.
Aquella frase de Cristiano a la cámara en 2017 no solo es icónica en relación a lo letal que es el luso. También lo es por el contexto en el que se produjo: una final de la Champions League. Ronaldo es un futbolista que se crece en los grandes escenarios. Precisamente aquella campaña 2016-17 en la que el Real Madrid ganó el doblete fue el gran ejemplo de la puntualidad del luso. Parece haber poca casualidad entre una cosa y otra. Cristiano marcó la friolera de 10 goles entre los cuartos, las semifinales y la final de la Champions League ante Bayern, Atlético y Juventus y fue decisivo en el tramo final de la Liga con 6 goles en sus últimos 4 partidos. Con Portugal también ha demostrado esa virtud. Pese a que la Eurocopa que ganó la selección lusa en 2016 terminó con Ronaldo en el banquillo durante casi toda la final tras lesionarse, no deben caer en el olvido su doblete ante Hungría para clasificar a los suyos para los octavos de final y su gol para abrir el marcador en semifinales. Lo histórico de esos 758 goles que ha marcado Cristiano no es solo la cantidad, sino también la trascendencia de varios de ellos.
Pero este récord no es ni mucho menos el motivo por el que situar a Cristiano entre los más grandes de la historia. Lo es su trayectoria. Ese hambre competitivo que le ha llevado a aguantar un pulso con un marciano como Messi y a seguir siendo uno de los mejores arietes del mundo con casi 36 años. Esa inteligencia para reconvertirse en un ‘killer’ cuando la capacidad para desbordar ya no era la misma. Esa mentalidad ganadora con la que disfruta de la presión, del día ‘D’ y la hora ‘H’. Ese “One chance. Bang.”
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