A principios de septiembre Mattia Destro se encontraba sin equipo, y sin embargo no aparecía en ninguna de las numerosas alineaciones de agentes libres o jugadores que ‘ya pueden negociar con otros clubes’ con las que se nos bombardea a diario en redes sociales. Destro era, a todos los efectos, lo que en Italia se conoce como svincolato. Su curso 2019/20 a caballo entre Bologna y Genoa arrojó un balance desolador: cero goles. Hace un año el delantero classe 1991 había descartado una propuesta del Shenzhen chino —por entonces dirigido por Donadoni— porque su ambición era relanzar su carrera en Serie A. No cortar aún el cordón umbilical con su liga y acaso con el propio fútbol.
Casi por sorpresa, por tanto, el siempre imprevisible y turbulento Genoa le ofreció continuar en el proyecto encabezado por Rolando Maran, que fue sustituido antes de Navidad —en este caso no saltó la sorpresa— por el incombustible Ballardini, quien aceptaría el banquillo del Grifone por ¡cuarta vez! en su carrera. La colección de entrenadores del presidente Preziosi demuestra que el club genovés no es exactamente un lugar fácil en el que florecer como futbolista: 14 técnicos diferentes desde que el Genoa volvió a la Serie A en 2006 y un total de 19 a lo largo de la era Preziosi que arrancó en 2003. Aunque se abusa del término ‘inesperado’ en un deporte caprichoso y a menudo inexplicable como el fútbol, el renacer de Mattia Destro no entraba en muchas quinielas.
Encontrar al Genoa razonablemente cómodo a mitad de tabla supone sentir una mezcla de incredulidad y paz interior; asimilar que su dupla atacante en 2021 sea Pandev-Destro es un ejercicio de sana nostalgia, la enésima revisión de nuestras expectativas. El estado de gracia de Mattia Destro impacta también visualmente. Lo explica de forma brillante Dario Saltari en Ultimo Uomo, “los rizos y esa barba desordenada a la que ya nos hemos acostumbrado representan no sólo su nueva cara sino más bien la evolución de nuestras expectativas sobre él”. El look desaliñado que tras su grave lesión cuando jugaba en la Roma interpretamos como inicio del fin se antoja hoy síntoma inequívoco de madurez. De haber aprendido a golpes. ¿Él o también nosotros?
Pero no sólo de estética vive el futbolero. El atacante ascolano ha alcanzado recientemente un nivel de eficacia que asusta: su botín este curso asciende a 9 goles en sólo 25 disparos a portería (23 de ellos dentro del area di rigore) y tras haber acumulado 5,5 expected goals. Por poner la cifra en contexto, en Serie A únicamente otro artista con barba como Luis Alberto mejora los guarismos de Destro con 6 tantos y un balance de 3,3 expected goals. Así las cosas, de delantero venido a menos y sin equipo a principios de temporada, Destro ha evolucionado hasta ser galardonado con el premio de jugador del mes de enero en Italia. La AIC (asociación italiana de futbolistas) quiso premiar sus 5 goles en 4 partidos como titular por encima de actuaciones portentosas de jugadores de la talla de Barella, Chiesa o Milinković-Savić, quizá porque también las expectativas de la crítica se vieron superadas por el sorprendente pico de forma de Destro.
El listón saltó por los aires cuando un imberbe Mattia anotó 38 goles en 65 encuentros con el Inter Primavera; desde aquel inicio fulgurante, espectadores y futbolista hemos necesitado una carrera de luces y sombras para ajustar la altura de las expectativas. Mientras la edad media de los máximos artilleros del viejo continente sigue aumentando —Mbappé como excepción que confirma la regla—, el bomber italiano y sus rizos viven una segunda juventud en Marassi y sueñan con encontrar la ansiada continuidad. La química con Ballardini es evidente: “Mattia siempre contribuye en cada partido, atacando y ayudando al equipo. Es un jugador total”. Sorpresas te da el balón.
Imagen de cabecera: Maurizio Lagana/Getty Images