Si nos ponemos simplistas, podemos reducir las claves del éxito de un club de fútbol a tener una buena cantera, fichar bien y tener las cuentas saneadas. Es una fórmula universal. Pero en el fútbol, como en la vida, nada es tan fácil como parece. Casi nunca. Detrás de cada fichaje, de cada entrenador, de cada chaval que crece en la cantera, hay mil factores condicionantes, que muchas veces son casi imposibles de controlar para la dirección de un club.
Por eso son es tan importantes las ideas. Tener una filosofía de club, no salirse de unas líneas rojas, bien marcadas para cuando aparecen las dudas. Porque así, ante cada pregunta tienes una respuesta. Por eso me gusta tanto el proyecto de Red Bull.
Hace 15 años decidieron apostar por meterse en el mundo del fútbol para mejorar su imagen de marca. Pero no lo hicieron despilfarrando y tratando de comprar el éxito como hacen otros. RB tiene unas líneas maestras para la gestión muy claras.
Para empezar tienen una idea de juego muy marcada y común a todos los clubes que llevan en sus escudos a los dos toros rojos. Son equipos ofensivos, dinámicos, que entretienen. Que son verticales, generosos en la presión en campo rival. Seguramente a veces algo descuidados con su propia portería, pero siempre dispuestos a marcar un gol más y poner el espectáculo en primer plano.
La política de fichajes también está clara. Firman siempre a futbolistas que consideran, analizando rigurosamente sus parámetros físicos y técnicos, que se pueden adaptar bien a su modelo de juego. Y generalmente, fichan de mercados futbolísticos no excesivamente explotados. Raro es ver a jugadores argentinos o brasileños en equipos de Red Bull. Así, el club evita pagar el sobrecoste que implica muchas veces el documento de identidad de cada futbolista. Fichan a jugadores de Ghana, Senegal, Corea del Sur, Japón, Noruega. Mercados futbolísticos no excesivamente explotados y, generalmente, jugadores con una capacidad de adaptación alta a una nueva forma de vida.
Las facilidades que ofrecen a los jugadores para salir del club también son altas. Para mantener el giro de la rueda y hacer el proyecto sostenible, RB sabe que tiene que vender cuando el futbolista destaca de forma notable. Así, prometiendo la posibilidad de crecimiento futbolístico y no cerrando las puertas de salida del club, consiguen que muchos jugadores les elijan como ese paso intermedio de antes de recalar en un equipo grande.
La mancha de la idea de Red Bull empieza a marcar gran parte de la Europa futbolística. Con entrenadores como Ralph Hassenhüttl (Southampton), Marco Rose (Borussia Mönchengladbach), Oliver Glasner (Wolfsburgo) Adi Hütter (Eintracht Frankfurt), que pasaron por clubes de la Red Bull, expandiendo su idea futbolística. No es casualidad que para el banquillo del Dortmund, los dos candidatos lleven el sello del toro: Jesse March (actual técnico del Salzburg) y el propio Marco Rose.
Y con jugadores, como Kimmich, Mané, Minamino, Keïta, Haaland o Werner, entre otros, demostrando que RB forma a jugadores preparados para competir en la élite. No es casualidad que en los últimos meses, futbolistas como Dani Olmo o Dominik Szoboszlai hayan desechado ofertas de clubes importantes para seguir creciendo en ese escalón intermedio que hoy por hoy es el Leipzig.
Se puede mirar con recelo a los clubes de Red Bull porque suponen romper con la cultura futbolística histórica, pero su idea es admirable y se está demostrando que funciona. Y tener una idea válida, en el fútbol como en la vida, es oro. Por cierto, el Alma mater de esa idea es Ralf Rangnick. Y ahora mismo no forma parte de ningún club.
Imagen de cabecera: ROBERT MICHAEL/AFP via Getty Images