La Seria A vuelve a arder. El Inter, que hasta hace poco parecía caminar con paso firme hacia el Scudetto, ha tropezado en el peor momento posible: una derrota agónica en Bolonia (1-0) que no solo le ha dejado sin colchón, sino que ha permitido al Napoli igualarle en la cima de la tabla. El campeonato italiano, lejos de estar decidido, se convierte ahora en un pulso a cara de perro entre dos gigantes que han llegado exhaustos pero con el hambre intacta al tramo final.
El déjà vu del Dall’Ara
Hay estadios que se convierten en maldición y el Renato Dall’Ara es, para el Inter, un lugar donde los fantasmas del pasado vuelven a escena. Hace tres temporadas, un error en este mismo escenario les costó el título ante el Milan. Ahora, la historia amenaza con repetirse: un partido físico, trabado y sin grandes ocasiones, decidido en el minuto 94 por una chilena de Riccardo Orsolini que desató la locura en Bolonia y dejó a los de Inzaghi con la mirada perdida y el alma en vilo.
El Inter, lastrado por las bajas de Thuram y Dumfries, nunca estuvo cómodo. Lautaro Martínez fue bien controlado y las pocas oportunidades claras se diluyeron entre la falta de acierto y la solidez defensiva local. Cuando el empate parecía firmado, el Bolonia asedió el área y Orsolini, con una acrobacia de videojuego, firmó el golpe que podría cambiar la historia del campeonato.
Napoli sonríe y sueña
Mientras en Milán se mascaba la frustración, en el sur de Italia se celebraba. El Napoli cumplió con lo suyo el sábado, imponiéndose por la mínima en Monza y sumando tres puntos vitales que, tras el tropiezo interista, le permiten empatar a 71 puntos en la clasificación.
La victoria napolitana no fue brillante, pero sí efectiva: un equipo sólido, que sabe sufrir y aprovechar sus momentos, y que ahora depende de sí mismo para conquistar el cuarto Scudetto de su historia. El equipo de Antonio Conte, que ha sabido reinventarse tras un inicio irregular, llega lanzado a las últimas cinco jornadas, con un calendario más benigno y la moral por las nubes.
El Scudetto, lejos de tener dueño, se jugará en cada minuto, en cada detalle y, quizás, en otro giro inesperado del destino. Cinco jornadas para el desenlace.
