Luciano Spalletti no es el
típico conductor que hace caso omiso al chivato del salpicadero que te avisa de
que tienes que pasar la próxima revisión a tu vehículo y que al instante olvida
el reclamo de la dichosa lucecita en el último subterfugio del cerebro hasta el
día exacto en el que el motor empieza a desprender un humo raro o empieza a
hacer algún tipo de ruido ya demasiado molesto para el oído humano. Spalletti
cuida su coche. Y con apenas tres cambios en forma de nombres propios y de
la serie de matices derivados de estos, ha hallado el nuevo equilibrio de un
Inter que no ha necesitado trastocar su estructura táctica en forma de 4-2-3-1
para recuperar la senda de la clasificación para la ansiada Champions League.
Seis años han pasado desde que
los nerazzurri jugaron su último partido en la gran competición de
clubes. Seis años sin que el equipo y el club hayan superado con éxito su
particular ITV. Y con el bajón competitivo del Inter entre diciembre y
febrero, meses en los que acumuló hasta ocho jornadas sin conocer la victoria,
parecía que la hora de comenzar a ponerse de nuevo a la altura de su historia
iba a tener que extenderse, al menos, otra temporada más, con la consiguiente
enésima replanificación, la asunción de un nuevo fracaso deportivo y la
reafirmación de Mauro Icardi como único asidero. Sin embargo, la merma
en el ritmo de puntuación de Roma y Lazio y los sabios retoques
de su técnico han hecho recuperar fuelle, fuerzas y hechuras al Biscione.
Y es que, pese a que ni mucho menos tenga asegurada la plaza Champions, sí
parece ahora mismo el contendiente más preparado de los tres para asegurársela.
João Cancelo,
Marcelo Brozovic y Rafinha Alcántara han sido las herramientas
empleadas para este nuevo Inter, los protagonistas principales del cambio de
horizonte que ha promulgado Spalletti. El club nerazzurro había perdido
capacidad de dominio, de imponer sus ritmos, de dinamismo, de vigor físico y de
creatividad en el centro del campo de una forma abrupta y se había encorsetado
casi del todo en el molde de un equipo de bloque bajo y de puras transiciones,
con el no siempre preciso Antonio Candreva como principal agitador de
sus ataques… y lo que es peor: en su principal tomador de decisiones. Una
falta de riqueza táctica flagrante, que se acució con la ausencia de Icardi
durante mes y medio y que llenó de dudas y limitaciones al conjunto lombardo.
Sin embargo, el citado trío
-futbolistas con un juego cuya esencia es precisamente la falta de corsés- ha
elevado el baricentro del equipo y con ello ha permitido hacer una presión
más presente y efectiva en campo rival, dividir atenciones entre la zaga
adversaria con la figura de Rafinha, que en ocasiones actúa directamente como
segundo punta, repartirse y compartir mejor los espacios y las alturas en fase
defensiva, tener un recurso de puro desequilibrio como es Cancelo para
desprenderse de las marcas y facilitar la salida en las primeras instancias y
acelerar el juego interior con la gran capacidad de giro y verticalización de
Brozovic, de nuevo en la piel del regista del Inter, como ya probó y
asentó Stefano Pioli el curso pasado.
Y todo ha empezado desde atrás,
como le gusta a Spalletti construir sus equipos. Desde la base, aunque sin
renunciar a elevar el bloque y a acometer un pressing elevado, pero usando
la construcción segura en los primeros metros de la acción como elemento para
dar velocidad y profundidad al juego en su siguiente fase. La entrada del
anárquico Cancelo, ha hecho que D’Ambrosio, ahora en el otro costado,
guarde mucho más su posición y que tanto João Miranda como
Milan Skriniar trasladen hacia la derecha su ratio de acción de partida,
permitiendo al lateral portugués situarse un escalón por delante para recibir
del buen e incisivo pie del fantástico central eslovaco, que previamente ha
atraído al rival para generar el espacio.
Un ajuste que permite a Cancelo,
que ha convertido el desequilibrio
defensivo que generaba en el necesario desequilibrio ofensivo que necesitaba el
Inter, utilizar su pasmosa facilidad para superar la presión a través
del regate o de la conducción o también para expresarse prácticamente como un
primer playmaker y buscar el apoyo de Roberto Gagliardini
-todavía más vital sin balón por la cantidad de metros que es capaz de abarcar-
en una posición bastante liberada por los movimientos previos y ventajosa para
todos sus compañeros.
Cuando el italiano recibe puede
entonces encontrar por su cuenta a Brozovic -su complementaria pareja en el
doble pivote- y que este busque otro tipo de construcción a través de las dotes
organizativas o para desplazar en largo del croata, o bien puede seguir la
cadena y lanzar a Candreva, permitiendo al Inter, en apenas cuatro pases,
plantarse en las proximidades del área rival con muchas más opciones de generar
peligro y muchos más y mejores espacios que antes. Con Rafinha llegando a la
media luna, Ivan Perisic atacando con el cuchillo el lado débil,
Candreva acumulando ocasiones, el propio Cancelo desdoblando para poner en
ristre su mejor calidad en los centros o percutiendo por el carril intermedio,
o Icardi, como siempre, buscando el gol en el área, pero ahora mucho mejor
rodeado por un colectivo más relacionado de principio a fin.
Justo cuando el cambio de motor
volvía a dibujarse en el horizonte del final de la temporada como la opción más
factible, Spalletti ha recolocado y redibujado la estructura de su equipo
para hacerla tan equilibrada como siempre, pero más rica y con piezas más
intercambiables, que pueden ofrecer diversas alternativas de juego incluso
sobre la marcha de los encuentros. Una revisión que ha revitalizado la
capacidad de recuperación de pelota del equipo, que le ha permitido esgrimir
ritmos de juego más elevados y cambiantes que con los ‘sacrificados’ Nagatomo,
Vecino y Valero y que ha hecho preponderar el dinamismo y la
velocidad de ejecución sin que la idea general pierda solidez defensiva y una
alta organización. Una conjunción de virtudes que casa mucho más con la
concepción de su propio entrenador y de sus futbolistas más determinantes en
ataque: Perisic e Icardi. Con todo ello, poder pegar en la luna del vehículo
azul y negro la pegatina que acredita haber superado la inspección técnica
parece por fin muchísimo más probable y posible que en los últimos siete años,
en los que el Inter nunca había estado en posiciones Champions a estas alturas
de la temporada. Ya tocaba.
Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero
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