Una victoria en remontada sobre el Brescia, dos derrotas contra Juve y Udinese y un empate contra el Napoli es el botín de Thiago Motta al frente del Genoa. El italo-brasileño llegó al banquillo rossoblù tras el fracaso de la gestión de Andreazzoli.
Sobre la onda de una entrevista viral a la Gazzetta dello Sport en la que hablaba de un sistema 2-7-2 -a leer horizontalmente-, Motta está intentando aplicar su estilo al equipo genovés. En su debut contra el Brescia lució un 3-4-1-2 con muchas novedades como Gümüs en ataque, Lerager como mediapunta y Ankersen como carrilero izquierdo.
La idea base era controlar el juego a través de la posesión. No obstante, ante las dificultades para crear peligro al equipo lombardo, tras el descanso, Motta viró hacia un 4-2-3-1 más vertical con el objetivo de realzar las referencias ofensivas de Agudelo, Pandev y Kouamé, que entraron desde el banquillio y anotaron todos ellos para el triunfo 3-1 final.
Tras el partido contra la Juventus a domicilio, en el que Motta no renunció a proponer sus ideas -con un gran Schöne-, el antiguo internacional italiano debía afrontar otro partido delicado en el contexto permanencia contra Udinese en Marassi.
Motta sorprendió de nuevo con un Genoa ultraofensivo con un 4-3-3 formado por tres mediocampistas ofensivos -Agudelo, Schöne, Saponara- detrás de tres delanteros -Kouamé, Pinamonti, Pandev-, todos ellos muy centrados sobre el campo, con el marfileño y el macedonio en los medios espacios y en el pasillo central apoyando al internacional Sub21.
De nuevo, como contra el Brescia, Thiago Motta intentó controlar el partido a través de la posesión (62%) utilizando un hexágono central formado por mediocampistas y delanteros con el apoyo de los laterales Ankersen y Ghiglione para aportar profundidad.
En ataque, la táctica de Motta funcionó, pues el Genoa produjo 1,20 expected goals. Sin embargo, tras una primera parte de empate con los goles de Pandev y De Paul, el técnico decidió arriesgar aun más, introduciendo a Radovanovic por Saponara -pasando al 4-2-3-1- y luego al delantero Sanabria por el central Romero, manteniendo el nuevo sistema pero retrasando al mediocampista esloveno al centro de la defensa junto a Zapata.
Estas decisiones no se demostraron ganadoras. Aunque aumentó el número de expected goals en la segunda parte y avanzó el baricentro del equipo hasta los 56,64 metros, el sistema terminó por facilitar las transiciones friulanas, como evidencia de que la Udinese aumentó también los expected goals.
Contra el Napoli, Motta presentó un equipo más corto, que supo defenderse bien con un baricentro mucho más bajo, a una media de 39 metros.
En este estilo, Motta se mantuvo fiel a su idea futbolística, proponiendo un gran control de posesión (55%), aprovechando las bandas para salir de la presión partenopea y atacar al equipo de Ancelotti. Hasta el 87% de las acciones ofensivas rossoblù vinieron por banda y el 48% desde la derecha, donde el Napoli contaba con un jugador poco dado a defender -Insigne- y otro adaptado al lateral izquierdo -Hysaj-. En la práctica, el Genoa se defendió con inteligencia mediante la posesión de balón.
A la espera de los próximos desarrollos del Genoa de Motta, sin duda el inicio del exfutbolista en los banquillos de élite está siendo más que interesante.
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