La marcha de Giampiero Ventura con destino a la selección tras cinco años al frente del Torino, propició que el club doblase su apuesta para iniciar una nueva era con Sinisa Mihajlovic como elegido.
Una ambiciosa renovada etapa que el técnico serbio asumió, desde su habitual claridad, desde el día mismo de su presentación. «Este club está hecho de corazón, alma, orgullo y sudor y yo ya tenía ganas de volver a entrenar a un equipo que se me asemejase. El Toro siempre lucha sin miedo y lo haremos pero también queremos jugar un buen fútbol».
El cambio que Mihajlovic llega a hacer en el Toro, tras su injusta salida del Milan antes de concluir la pasada temporada, es de doble índole: de juego y de mentalidad. Al mismo tiempo y entrelazados.
Cambio de idea de juego
«Utilizaré el sistema de base que mejor se adapte a mis jugadores aunque una cosa sí tengo clara, yo nunca he jugado con línea de tres centrales».
La remodelación táctica estaba en marcha desde el día uno. Mihajlovic no va a desaprovechar el gran trabajo previo de Giampiero Ventura, ese que imprimió en el Torino una solidez tremenda desde el orden atrás y las salidas fulgurantes, pero tiene claro que no va a utilizarlo como punto de partida.
Implementar un nuevo esquema desde los cimientos en una plantilla confeccionada para el 3-5-2 y con sus automatismos fijados con los años hasta la interiorización, no parece sencillo y conllevará sus riesgos. Por ello, Mihajlovic necesita piezas nuevas. Jugadores que ya han ido llegando a Turín.
Tras las operaciones a coste cero de Boyé, un nueve de grandes movimientos de espaldas pero con escasez de gol, y del central Ajeti, que tantó gustó en el Frosinone y en la reciente Eurocopa; la dirigencia del Toro hizo notoria y palpable la nueva actitud que entreverará al equipo con los fichajes de dos hombres de banda y muy técnicos como son Iago Falque y Adem Ljajic. Éste último, uno de los traspasos más caros de la gestión del presidente Cairo junto al de Andrea Belotti el año pasado.
Y tienen que llegar más, especialmente para el centro del campo, donde sólo Baselli alza la cabeza entre sttopers y box-to-box. Mihajlovic, al contrario que Ventura, necesita más clarividencia y menos piernas aunque sin desprestigiar el trabajo físico y por ello, nombres como el de Valdifiori son relacionados constantemente con el Torino.
Es esta voluntad de erigir un equipo más ofensivo que el de las últimas campañas y explotar al máximo el 4-3-3 que Mihajlovic ya está implantando, desde donde arranca precisamente la segunda fase de remodelación del nuevo Torino.
Cambio de mentalidad
Pasar del discurso de crecimiento seguro y paulatino a una mentalidad 100℅ ganadora sin ambages ni complejos y declararla abiertamente de una forma tan sumamente explícita, ha causado poco menos que un pasmo gratificante en la Torino granata. Y aunque dicha actitud entraña sus riesgos si los objetivos pregonados no son alcanzados, Mihajlovic está dispuesto a asumirlos todos hasta el punto de declarar sin medias tintas que su objetivo es Europa.
«Partimos con una ligera desventaja con respecto a rivales más fuertes pero estoy convencido de que si afición y equipo remamos en la misma dirección, podremos alcanzar los puestos que dan acceso a disputar competiciones europeas».
El exentrenador del Milán, que por circunstancias tuvo que obviar sus intenciones iniciales para hacer de los rossoneri un equipo eficaz y de puro orden, ya demostró en su notable etapa en la Sampdoria que gusta de dar libertad a sus tres atacantes, además de contar en la línea de centrocampistas con un verso suelto -Soriano en el caso de los blucerchiati– con capacidad de sumarse constantemente a los ataques para golpear o suministrar fútbol en zonas de gol.
Con matices, las ideas esgrimidas en Génova son las que Mihajlovic quiere rescatar para su nuevo proyecto en el Torino: empaque sin balón y soltura, dinamismo y hambre en fase ofensiva. Lo primero, el Toro lo sabe hacer como pocos aunque tendrá que reasentarlo con defensa de cuatro y lo segundo, acostumbrado a atacar por ráfagas y con pocos efectivos, supone el ilusionante reseteo de un Torino que pueda ir pegándole mordiscos a la distancia que le separa de su gloriosa historia.
De momento, la actitud y las intenciones tácticas, han gustado a casi todos los aficionados, conscientes de la necesidad de un cambio tras un lustro con la guía de Ventura. Un cambio que no sólo asegure no temer nunca por el descenso sino que regale emociones más vivas, que construya una nueva ambición ganadora y que sitúe al Torino entre los equipos que cada año pelean por entrar en Europa.
La tarea con la Juventus, el Napoli, la Roma, el Inter, la Florentina, el Milán o la Lazio y con únicamente cinco plazas europeas no resultará para nada sencilla pero el primer paso es poner los mimbres y creer firmemente en lograrlo. Y Mihajlovic cree. Y lo que es aún más importante: hace creer.
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