A menudo nos empeñamos en complicarnos la vida. Sin motivo aparente, hacemos un cambio de hábitos que no tiene ningún sentido, para acabar volviendo a lo de siempre. A lo de toda la vida. En las contadas ocasiones en las que encuentro tiempo para descansar en soledad, suelo aprovechar para ver alguna película que me haga reír. Una comedia ligera, con el cuchillo afilado de la ironía siempre asomando en cada escena. No importa si ya la he visto antes. Suelo sentarme en la parte más larga del sofá, el Chaiselongue o como se llame y ahí, apoltronado, me dedico a pasar un buen rato sin mayor expectativa que aligerar la mente. El otro día, mientras la niña se echaba la siesta, se me presentó la eterna encrucijada: dormir un poco (suelo hacer siestas de 12 minutos) y recuperar el sueño atrasado o ponerme algo en la tele.
Empecé a ver la serie ‘la valla’. Una intensidad desbordante, poca luz y demasiada angustia. ‘Tiene buena pinta, pero no estoy preparado para esto ahora’ pensé. Entonces empecé a navegar por las plataformas audiovisuales y encontré lo que estaba buscando: ‘Días de fútbol’. Una película que cumple con todo lo que buscaba en ese momento. Una joya. Por alguna extraña razón, había intentado hacer algo novedoso, cuando la realidad demandaba garantía de éxito. Seguir con lo de toda la vida.
Hoy en día, en el fútbol, cada vez hay más matices. Cuando alguien dice ‘en el fútbol está todo inventado’ se equivoca. Siempre se puede ir más allá. Una vuelta de tuerca extra. Se puede poner al portero a distribuir la pelota desde atrás como si fuera el mismísimo Beckenbauer con guantes, meter a los laterales a hacer de centrocampistas para sacar el balón, defender los saques de esquina en marcaje combinado, sacar las faltas laterales en corto o, incluso, poner los extremos a pie cambiado. Este punto me parece especialmente interesante. Podrán hablarte de que se pueden trazar diagonales hacia dentro y disparar a portería con la pierna hábil si colocas a extremos a pie cambiado. Te asegurarán que los laterales tienen más profundidad si el futbolista que está por delante es un extremo a pie cambiado. Querrán convencerte de que para el defensor es más difícil defender a su marca cuando va hacia dentro el extremo a pie cambiado. La realidad es que, para muchos equipos, lo que funciona es que cada extremo juegue en su banda. El zurdo en la izquierda y el diestro en la derecha. Como toda la vida. Para los conjuntos que disfrutan en la carrera a campo abierto y se sienten cómodos con la fórmula ‘apertura a banda y centro al punto de penalti’ los extremos rinden mucho más a pie natural. Este fin de semana hemos tenido dos ejemplos muy claros. Mendilibar, poco amante de los inventos, está puliendo a una de las perlas del fútbol nacional. Bryan Gil, desde la izquierda, fintó para buscarse el espacio y sacar un buen centro para que la cabeza de Kike García mandara ese balón a la escuadra y empatar el partido. En el Sadar también gozan con ese juego vertical. Ayer, Kike Barja galopó por su banda y desde la zona de tres cuartos de campo puso un centro sensacional para que Budimir marcara el gol que le da a Osasuna oxigeno para despegarse de la zona de descenso. Byan Gil, un zurdo por la izquierda. Kike Barja, un diestro por la derecha. Una bendición para los delanteros rematadores.
De la misma manera que el nombre elegido para el equipo de fútbol de amígueles en la película fue ‘Brasil’ y que el penalti decisivo lo lanza el protagonista de la historia, Osasuna y Éibar encontraron premio haciendo el juego de siempre. Lo de toda la vida.
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