Me gustaría usar este espacio para agradecer a carta abierta a una de las mejores personas y futbolistas que he conocido a lo largo de mi carrera.
Hace unos días en este mismo medio, me dieron la oportunidad de escribir un poquito sobre ella, y ya que no me pude despedir como me gustaría ni como ella merecía dentro del terreno de juego, creo que es una buena oportunidad para mostrar a todo el mundo lo que significa Alba Merino para el fútbol femenino y la gente a la que rodea.
Como bien ya sabe la mayoría, tuve la oportunidad de conocerla en el “Súper Depor”, y desde el día 1 que la conocí y la vi entrenar, supe que ese año iba a suceder algo grande. Tenía muy claro que con ella en el equipo, íbamos a ascender sí o sí. Y así fue. Ese año, gracias a ella y a muchas otras, conseguimos el ascenso que tanto deseábamos en el equipo, en el club y en la ciudad.
Venía del Santa Teresa, con una rodilla tocada, pero con la ilusión de una chica de 20 años, aunque tuviese unos pocos más…
Alba nos exigía, nos aconsejaba, nos ayudaba, nos lideraba, pero lo mejor de todo, nos hacía disfrutar. Cualquier entreno, cualquier partido, cualquier viaje, cualquier comida o cena. Y ese era el gran secreto. DISFRUTAR.
Alba era capaz de hacernos creer que éramos las mejores, que éramos el mejor equipo, y lo mejor de todo, es que lo consiguió. Si ella nos decía que podíamos derribar un muro, nosotras lo hacíamos, que podíamos ser las más rápidas, lo éramos; que podíamos ser las más fuertes, nos creíamos Hulk. Tenía la capacidad de hacer creer a la gente en su palabra, y en ellas mismas.
Cuando ascendimos y vinieron otros fichajes como Pecas, Athenea, Ville, Sullastres, Misa… Gente mucho más joven que ella, entendieron a la perfección lo que era Alba. Es la primera que le encanta estar en un ambiente divertido, pero cuando hay que ponerse el mono de trabajo, la primera que está ahí y hace que las demás se lo pongan también.
Solíamos poner motes a la gente, ni mucho menos para ofender, pero entre nosotras nos llamábamos así y muchas veces en el campo la gente cuando lo decíamos no sabían a quién nos referíamos. El de Alba era “abuela”, y ella siempre nos decía: “A ver si cuando lleguéis a mi edad, estáis como estoy yo”. Y tiene toda la razón. Muy poca gente podrá decir que estaba a su nivel futbolístico a su edad, con toda su carrera deportiva y con todo lo que ha luchado por el fútbol.
Para motivarnos antes de los partidos empezamos a hacer un “ritual”. Ella era la primera que se levantaba y hacía que las demás lo hicieran si no estaban de humor. Siempre mirando por el bien del equipo, siempre ayudando de cualquier manera… Y ahí se forjó lo que fuimos todo ese año.
No sólo era importante para nosotras dentro del equipo, sino fuera del campo también. Es una persona tranquila pero que es imposible aburrirte con ella. Su manera de vivir, su manera de contar las cosas (que parecía que todo era un chiste), su manera de ver las cosas, y de tratar a las personas. Siempre te hace partícipe de su tierra y de su gente. Y cómo no, del amor de su vida, Aria. Nuestra mascota del equipo.
No sé si era consciente o inconsciente de todo lo que nos generaba ella, pero gracias en parte a Alba, muchas de las jugadoras que seguimos en activo, somos así por ella. Por todo lo que nos ayudaba, aconsejaba y confiaba en nosotras.
Sin duda, es un ejemplo, siempre buscando la felicidad de la gente de su alrededor y haciendo que las cosas parezcan mucho más fáciles de lo que son.
Nunca tendré tiempo ni manera de agradecerte lo que has hecho por mí. Lo que has confiado en mí. Lo que me has ayudado. Si tuviese que elegir a gente para un equipo de trabajo, sin duda, Alba Merino sería uno de los nombres que desearía tener a mi lado.
Gracias por todo lo que has hecho por el fútbol femenino, por el Deportivo y por mí.
Las buenas personas sólo se merecen que le pasen cosas buenas.
Imagen de cabecera: albamerino8_