Volvía la Liga al Santiago Bernabéu. Otra vez frente a un equipo muy inferior. Y otra vez el Real Madrid sufrió lo indecible en un partido aparentemente fácil. Pasó contra el Levante (1-1), pasó contra el Betis (0-1), y volvió a pasar contra el Málaga (3-2). Los blancos no están bien, lo saben. Les cuesta un mundo anotar y su juego no es ni la sombra de lo que fue la temporada pasada.
Podrían buscarse muchas claves para explicar el mal rendimiento de los de Zidane; que si la delantera tiene la pólvora mojada, que si los cambios más habituales como Lucas Vázquez o Asensio no siempre funcionan como solían hacerlo, que si Kroos y Modric tienen demasiada carga en las piernas… Quizá sean todas ciertas, pero esto es el Real Madrid, y cuando ha existido un problema ofensivo se ha encontrado una solución.
Sin embargo, esta temporada existe en el equipo una cuestión que, aunque no es tan comentada, es igual de preocupante. Los equipos rivales llegan a la portería de Keylor Navas y Kiko Casilla con demasiada facilidad. El partido frente al Málaga ha sido solo el último ejemplo. Los de Míchel, después de 12 jornadas, aún no habían sido capaces de sumar un solo gol fuera de casa. Pero llegaron al Bernabéu y pusieron en apuros al Madrid no con un gol, sino con dos. Frente al campeón de la Champions, ahí es nada. Y no es por restar méritos a los andaluces, ni mucho menos, pero ambos tantos llegaron tras errores en la zaga blanca. Keko, el más listo de la clase, se aprovechó primero de un pase de Kroos a la nada, y después de un mal despeje de Varane, para sumarse dos asistencias de gol. La defensa merengue no está cuajando un buen año. Han recibido 16 goles en 19 partidos esta temporada, 11 en Liga y 5 en Champions, unos números que dejan mucho que desear. Si nos paramos a analizar la situación, nos encontramos con varios puntos flacos que Zidane aún no ha sido capaz de solucionar.
Debilidad en los laterales
Carvajal y Marcelo son dos incombustibles, eso nadie puede ponerlo en duda. Durante años han demostrado ser de los mejores del mundo en su posición, defendiendo cuando hay que defender, y sumándose al ataque como si de extremos se tratasen. Pero este año ambos han caído lesionados y, aunque en teoría están totalmente recuperados, ninguno de los dos está mostrando su mejor nivel. Especialmente llamativo es el caso del brasileño. Fallón en los pases, lento en las intercepciones, sin fondo físico para poder subir y bajar durante los 90 minutos (frente al Málaga tuvo que salir Theo para ayudarle en labores ofensivas)… Marcelo está en un estado de forma al que no nos tiene acostumbrados y, aunque por ahora su puesto no parece peligrar, debe revertir la situación si quiere acallar el runrun que poco a poco se empieza a escuchar entre la afición blanca.
Carvajal no ha vuelto en un nivel tan bajo, pero sus apariciones ofensivas tampoco están siendo tan numerosas como antaño. Al pitbull de Leganés le falta esa chispa con la que se había ganado a compañeros, entrenadores y fans desde que volvió de Alemania. Una chispa que también está obligado a recuperar, puesto que Zidane no cuenta con recambios naturales para su puesto tras la venta de Danilo. El técnico le dio la oportunidad al canterano Achraf durante el tiempo que Dani estuvo lesionado, pero no es una solución que acabe de convencer para tramos más importantes de la temporada.
Despistes entre los centrales
En el caso del centro de la zaga, el banquillo blanco sí que tiene refuerzos suficientes para solventar cualquier imprevisto. Algo que ha venido muy bien en este accidentado curso, en el que Zizou aún no ha podido disponer de todos sus jugadores defensivos para un mismo encuentro. Si Varane arrastra molestias, ahí está Nacho; si a Ramos le sacan roja o le parten la nariz, el francés tiene a Vallejo. La posición de central está totalmente cubierta, pero aún así hay muchas cosas que fallan. Aún no se ha visto un partido este año en el que los jugadores que ocupan estos dos puestos no se hayan despistado en algún momento, y los delanteros rivales están empezando a comerles las espaldas de forma cada vez más descarada.
Además, las salidas con el balón jugado están dejando en el conjunto madridista un imperdonable número de errores que en muchos casos han acabado en gol. Pases imprecisos, falta de movimiento sin balón, demasiados espacios libres… Fallos de patio de colegio que ya han penalizado en multitud de ocasiones al equipo, perdiendo puntos de las formas más absurdas.
Demasiada vertiente ofensiva
Otro de los hechos más llamativos está siendo las constantes subidas de Sergio Ramos, que en los últimos tiempos se ha acostumbrado a unos números goleadores cuanto menos sorprendentes en un defensa. Esto está muy bien, precisamente una de las razones por las que es considerado de los mejores defensas del mundo es su ayuda en los ataques. Pero todos lo más tienen sus menos, y el capitán se está olvidando que su deber sigue siendo defender su portería. En realidad esto viene de lejos, pero hasta ahora sus ataques habían sido perfectamente compensados por Casemiro, Kroos o incluso Modric. La diferencia este año viene en que el brasileño está jugando algo más adelantado, por lo que no siempre puede cubrir a su compañero. Tampoco son capaces de llegar a posiciones tan retrasadas el alemán y el croata, que están jugándolo prácticamente todo, con un cansancio cada vez más evidente. Así, el segundo central se encuentra abandonado a su suerte en las posibles contras del equipo rival, que se planta en el área blanca con mucha facilidad.
Recambios muy jóvenes
Desde hace un tiempo, el Real Madrid ha apostado por dejar de fichar a las grandes figuras del panorama internacional y centrarse más en promesas de futuro. Este año en defensa se han unido los jóvenes Vallejo, Theo y, momentáneamente, Achraf. Tres jugadores con un potencial enorme pero que, lógicamente, aún están faltos de experiencia para disputar una gran cita con la camiseta blanca. Su falta de continuidad y minutos tampoco ayudan a mejorarlo, por lo que cuando juegan no es extraño verles precipitarse, perder la concentración o llegar demasiado tarde a los balones y cometer faltas innecesarias. Son fallos que en chavales tan jóvenes sería raro no ver, por supuesto, pero que en el Real Madrid se pagan caros. Más incluso si los «mayores» están lesionados o sancionados, dejándoles toda la responsabilidad a ellos.
Decía Sun Tzu en «El Arte de la Guerra» que para poder atacar a tu enemigo, lo mejor que puedes hacer es plantear una gran defensa. Eso es lo que había hecho el Real Madrid de Zidane hasta ahora, defender como nadie para que sus jugadores de arriba se encontrasen con las espaldas cubiertas y con la confianza suficiente para destrozar a cualquier equipo. Con esta filosofía se llegó a una de las mejores etapas de la historia del club, conquistando dos Champions consecutivas. Pero este año todo ha cambiado, y si no le dan la vuelta ahora, se van a terminar despidiendo de todas las competiciones demasiado pronto.
Estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la UC3M, amante del deporte y buen chaval.
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