El alemán Karl-Heinz Rummenigge, presidente de la cada vez más influyente Asociación Europea de Clubes (ECA), podrá ingresar con absoluta tranquilidad a la elegante sede de la UEFA a orillas del Lago Ginebra. La cuestionada reforma de la Liga de Campeones a partir de 2018 ya es prácticamente un hecho. Sólo quedan detalles por definir, aseguran desde la UEFA antes de la última reunión de su comité ejecutivo en 2016. Pero eso no implica que no se vayan a oír críticas a la reforma, cuestionada por favorecer a los clubes y ligas más poderosas del continente.
Las federaciones más pequeñas se sienten traicionadas y asociaciones como la danesa amenazaron con abandonar la competición emblema de la UEFA. Incluso en Alemania, donde Rummenigge ejerce gran influencia como jefe de la junta directiva del Bayern de Múnich, hubo oposición a la idea de que «los ricos sean cada vez más ricos». Pero Rummenigge, arquitecto central de la reforma, no ve motivos para preocuparse. «Es una solución seria y justa para el fútbol europeo. Estoy contento de que la comunidad futbolística europea siga unida y mirando hacia adelante», indicó.
La polémica reforma tuvo su impulso fundamental a fines de agosto, poco antes de la elección de Aleksander Ceferin como presidente de la UEFA. El esloveno, que contaba con el apoyo de las federaciones más pequeñas, denunció no haber sido consultado sobre esta modificación. La aprobación -tras bambalinas para algunos- del nuevo reparto de premios y plazas en la Champions League generó un temblor en el fútbol europeo.
Con el nuevo esquema, los cuatro primeros clasificados de las cuatro ligas principales de Europa -actualmente España, Alemania, Inglaterra e Italia- tendrán acceso directo a la fase de grupos de la Champions a partir de 2018, sin necesidad de pasar por una eliminatoria previa. De esta manera, 16 de los 32 competidores del torneo provendrán de las ligas más poderosas.
Para las federaciones más pequeñas, será así mucho más difícil ingresar al torneo. En lugar de diez sólo habrá seis lugares disponibles a través de los play-offs. Además, otras federaciones obtienen menos cupos, con ejemplos extremos como los de República Checa o Suiza, undécima y duodécima en el ránking, que se quedan sin un lugar seguro.
Respecto a las finanzas, el futuro reparto del dinero también beneficiará a los más exitosos. Así, el coeficiente de los equipos, donde están a la cabeza clubes potentes como Real Madrid, Bayern o Barcelona, contará por primera vez con un 30% en la distribución, mientras que la participación en el llamado «pool de mercado» para todos los clubes de un país se reduce del 40 al 15 por ciento.
Pese a las críticas, la reforma, que regirá entre 2018 y 2021, camina sin aparentes dificultades hacia su aprobación. La presión de los principales clubes europeos integrados en la ECA, que han estado amenazando con la creación de una superliga continental, parece haber rendido sus frutos.