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Copa del Rey

Trenes y trozos de metal

El Real Madrid es el campeón de la Copa del Rey 2023 al ganar 2-1 a Osasuna en Sevilla. Sobre el tapete verde de La Cartuja, el equipo blanco alzó la vigésima y primer título de Copa desde 2014. El empuje, carisma e ilusión de la animosa hinchada rojilla no bastó. La solidez, fe y competitividad del equipo de Jagoba Arrasate, tampoco. Los pupilos de Carlo Ancelotti son campeones porque así lo quisieron esencialmente Carvajal, Kroos, Rodrygo y Vinicius. El lateral diestro español evitó dos goles claros a Osasuna en dos meritorios actos de servicio, el metrónomo alemán puso las vías para el éxito con ese trote estructural tan suyo, Vinicus fue vértigo, ira y el fuego, y Rodrygo el revisor que le pidió el billete a Osasuna hasta en dos ocasiones.

Nueva demostración de valía y madurez de un Rodrygo Goes que llegó en su día en 2019 como un tren de apoyo y ya hace tiempo mutó en uno de alta velocidad. En estas, su compatriota Vinicius -inspirado, descarado y chispeante- se sigue moviendo entre lo supersónico y el descarrilamiento. Atormenta a los rivales y los rivales lo atormentan a él. En esa lucha de impulsos el balance sonríe claramente a los blancos.

Osasuna no pudo hacer nada ante la pegada real de los blancos. De hecho a los 90 segundos ya perdía 1-0. Otro equipo hubiera sacado la bandera blanca en ese mismo instante. Los navarros no, son gente dura y terca. Venían a desafiar a la historia y el gol de Lucas Torró abrazaba ese discurso. Rodrygo por eso no estaba tanto por la labor. Dani Carvajal sacándole el 2-2 a Kike Barja en el descuento, tampoco.

En las finales procuro fijarme en los derrotados. Sinónimo que me hago mayor, lo sé, pero soy de los que cree que la esencia del ser humano se muestra mucho más en la adversidad. Ganar es fácil, perder implica entereza. Ayer noche, miles de navarros salían de La Cartuja con la resignación propia de caer en su segunda final de Copa pero con el orgullo de saber que su equipo tiene identidad y le sobra alma. No es poca cosa, créanme. La forma en que esa marea roja -cuadrillas de amigos y familias- se dirigía a pie hasta sus alojamientos en Triana, era un convoy de amargura, sí, pero también una procesión de esperanza en tiempos revueltos por lo que se está generando en la entidad rojilla. El buen trabajo tiene recompensa y esta final solo parece ser la primera parada de un trayecto ilusionante para Osasuna.

20.000 navarros y 22 jugadores de Osasuna tuvieron durante dos horas la deseada Copa del Rey a unos 80 metros. Hoy, esa Copa está ya en Madrid. Para los blancos tal vez es una Copa más, un trozo de metal. Un trozo de metal que se alejó de Arrasate y los suyos como ese tren de las palabras que no dijiste en su día o el de las cosas que no hiciste cuando debías. Trenes jodidos esos dos. Si existe el karma el conjunto navarro debería volver a una final. Sería la tercera y tal vez la vencida. Ojalá.


Artículo patrocinado por RENFE
Foto cabecera: RFEF

Papá de Miranda. Orgulloso hijo de gallego y asturiana. Dejé 13 años como abogado por fundar y dirigir Sphera Sports, con lo que ello supone. Asumo las consecuencias. Hice 'mili' en Pisa y en Bristol. Me gustan las orcas, los países escandinavos y un gol en el 90'.

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