A falta de pocas semanas para el final de la temporada regular se empieza a clarificar el panorama de cara a los playoffs. El mes de diciembre es clave para esto, más aún en un año en el que hay tantos equipos con opciones matemáticas para clasificarse. Por eso, además del balance de victorias-derrotas, es importante fijarse en la dinámica con la que llegan a estas alturas de temporada.
En la NFC quedan pocas dudas sobre los que serán los seed 1 y 2, se antoja complicado que Panthers y Cardinals no se hagan con un billete directo a la ronda divisional. Queda por ver quién acabará ganando las divisiones Este (todos siguen con opciones) y Norte (Vikings o Packers). Lo que parece cada vez más claro es que uno de los campeones de división tendrá que recibir la primera semana de playoffs al equipo que nadie quiere, los Seattle Seahawks.
Seattle comenzó muy mal la temporada, perdiendo cuatro de sus primeros seis partidos y viendo como Arizona se les iba en la división, dejándoles desde muy pronto con la wild card como objetivo principal. El equipo parecía haber perdido sus señas de identidad, con una “Legion of Boom” a años luz de temporadas anteriores y un ataque que, por sus graves problemas de línea, no terminaba de funcionar ni por tierra ni por aire.
Todo esto ha cambiado de forma radical en las últimas semanas. Thomas y Sherman parecen ir recuperando su mejor versión tras un inicio muy flojo. Cary Williams, quemado por todos los receptores a los que se enfrentaba, ha sido cortado y tanto Shead como Lane mejoran el puesto de CB2.Mientras que Chancellor, pese a no estar a su mejor nivel, sigue siendo una máquina de hacer placajes.
Pero el punto fuerte de esta defensa ha pasado a ser el front-seven. Bennet, Irving y Avril meten mucha presión al QB, lo que facilita el trabajo de la secundaria.
Además, cada vez es más complicado correr contra esa defensa. Tanto la línea como el cuerpo de linebackers hacen la vida imposible a los rivales, cerrando todas las puertas posibles y permitiendo muy pocas yardas terrestres a sus RBs.
El principal problema con el que se encontraron los Seahawks en ataque fue la línea ofensiva. Las bajas de Carpenter y Unger hicieron mella en la unidad y Wilson lo acusó más que nadie recibiendo un sack tras otro durante las primeras semanas. También afectó a Lynch, que hasta su lesión tampoco había rendido como se esperaba. La llegada de Jimmy Graham, quien debía ser un referente en la End Zone y una vía de escape para RW3, tampoco mejoró el ataque. Más bien lo contrario, aunque no por su culpa. En un sistema donde el juego de carrera es primordial, un TE que no sabe bloquear es de poca ayuda, más con los problemas que de por sí tenía la línea. Si le sumas que no lo han sabido utilizar como arma en la zona de anotación, tienes un enorme desperdicio de un gran jugador.
Pero la protección a Wilson ha mejorado. Baldwin se ha convertido en el receptor estrella y ahora no para de anotar TDs. Lockett se ha convertido en una grata sorpresa como arma profunda y retornador. Y, sobre todo, ha aparecido Thomas Rawls. El RB rookie no drafteado promedia 5.6 yardas por carrera, y es impresionante ver con la facilidad que gana yardas después del contacto (sus partidos contra San Francisco y Cincinnati fueron todo un espectáculo).
Así que, pese a todas las dudas que han dejado los Seahawks esta temporada, van a estar en playoffs. Seguramente les hubiese gustado entrar como campeones de división para asegurarse algún partido en su estadio, donde son casi imbatibles. Pero aun así van a llegar a la ronda de wild card siendo el último equipo contra el que cualquiera se querría enfrentar en playoffs. Sean quienes sean sus rivales, seguro que pensarán aquello de “contigo no, bicho”.