La vida podría definirse como un largo viaje plagado de curvas.
Como una ascensión a una gigantesca montaña a través de una serpenteante
carretera en la que, por suerte o por desgracia, no es posible ver el final. Un
constante vaivén de emociones, de pensamientos, ideas, sensaciones y sorpresas…
Una fábrica de retos, metas y sueños creados y alentados por, nada más y nada
menos, que el más soñador de todos los seres vivos: el ser humano. Cada persona
se establece sus propios retos y metas y éstos se materializan en su mente con
formas e imágenes diferentes.
En el caso de Laia Cañes, reciente subcampeona del mundo de trail running, ese sueño tiene forma de
montaña y, a diferencia de lo que algún que otro goloso desearía, ésta tiene
color y gusto a plata (y no a chocolate). Es cierto que cuando uno piensa en el término runner, la imagen que viene a la mente
suele ser la del comúnmente considerado ‘runner
de asfalto’. Sin embargo, existe otro tipo de corredor que nada tiene que
ver con este primero. Se trata de aquel que corre por senderos, que huye del
asfalto, que busca cruzar ríos, que ensucia sus botas en interminables caminos
de fango. Hablamos de aquel que se araña piernas y brazos tratando de seguir
corriendo por abruptos y condenadamente empinados parajes. Es aquel que no mira
atrás, que lucha por seguir corriendo.
Este es el día a día de Laia Cañes, plata en los últimos
Campeonatos del Mundo de trail running disputados en Penyagolosa, su tierra. La
castellonense cogió el testigo de la cántabra Azara García de los Salmones
(quien consiguió el segundo puesto en 2016) y se elevó hasta el segundo cajón
del podio. 85 kilómetros – recorrido fijado entre Castellón y Sant Joan de
Penyagolosa – que Cañes realizó en 10 horas 11 minutos y 11 segundos (a seis
minutos del oro logrado por la holandesa Ragna Debats). Más de 10 horas sin
descanso… ¿Se pueden llegar a imaginar lo que quieren decir 10 horas sin dejar
de correr, sin parar? Una absoluta locura sólo al alcance de una súper-mujer.
Laia Cañes lo es.
La castellonense se puso la meta de participar en este mundial
hace dos años y no sólo ha conseguido llegar a él sino que se ha alzado con una
de las medallas. Tras alguna que otra dura experiencia por el camino, como la
cita mundialista de 2016 en Portugal donde se vio totalmente “superada por la
situación”, la española decidió que necesitaba un cambio. Cambió de entrenador,
sus hábitos alimenticios, su entrenamiento… Comenzó a pensar que no sólo el
físico es importante sino que el trabajo mental también determina el éxito de un
deportista. Así, paso a paso, zancada a zancada, logró meter un pie en el mundial
(el tercero consecutivo), el más especial para ella.
Porque competir en casa es siempre un plus de motivación y
disfrute para cualquier deportista. Penyagolosa (competición en la que además el
equipo femenino español se llevó el oro gracias a la plata de Cañes y la cuarta
y quinta posición de Gemma Arenas y Maite Maiora, respectivamente) quedará
siempre en el recuerdo de Laia Cañes. Esta cita mundialista siempre será para
ella aquel sueño hecho realidad. Aquel reto cumplido. Aquella meta con forma de
montaña que, para delicia de Cañes, acabó teniendo sabor a plata.
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