1988. No corrían buenos tiempos para Ferrari. Tras ganar
seis de nueve campeonatos del mundo de constructores entre 1975 y 1983,
afrontaban la segunda parte de los años ochenta con monoplazas sin nivel para
luchar por el título. Encararon la temporada 1988 tras haber logrado cinco
victorias en las últimas cuatro temporadas. Registros muy pobres comparados con
las 34 victorias entre 1975 y 1983. La situación no era nada favorable para los
italianos, menos aún tras ver en pista al increíble McLaren MP4/4. El bólido
diseñado por la escudería británica era una máquina casi perfecta. No tenían
rival en pista. Prueba de ello fueron la victoria en las 11 primeras carreras
del año, en las que consiguieron 8 dobletes.
El estado de la ‘Scuderia’ fue a peor tras la muerte de Enzo
Ferrari, su fundador. El italiano falleció el 14 de agosto, tan solo cuatro
semanas antes de la disputa del Gran Premio de Italia. La pérdida de Enzo causó
un enorme vacío en el equipo y en Italia. Si la tesitura del equipo no era ya
lo suficientemente dramática, llegaban a su Gran Premio de casa tras un doble
abandono en Bélgica, carrera donde McLaren se proclamó campeón del mundo de
forma matemática.
El Gran Premio de Italia comenzó como todos esperaban:
McLaren consiguió la primera fila para la parrilla de salida. Ayrton Senna
logró la pole, seguido de su compañero Alain Prost. Los dos Ferrari
clasificaron tercero y cuarto, al acecho de los MP4/4, pero sin esperanzas de
poder arrebatarles la victoria. Lo que no sabían era que la fiabilidad y la
varicela de Nigel Mansell iba a darle a la ‘Scuderia’ un doblete en su casa.
Alain Prost tuvo que abandonar en la vuelta 35 por un
problema mecánico en su motor. La alegría iba a ser mayor para Senna, el cual pilotaba
directo a por la victoria y con su compañero de equipo fuera de combate. Pero
su felicidad se vio frustrada por Jean-Louis Schlesser
y su Williams. El piloto francés, de 39 años de edad, debutaba en la Fórmula 1
sustituyendo a Nigel Mansell, el cual no pudo correr el Gran Premio de Italia
por encontrarse con varicela. Disputó una única carrera en la categoría, pero
fue suficiente para que su nombre sea recordado en la historia.
Restaban solo tres vueltas de carrera y Senna iba a doblar
por segunda vez a Schlesser. Todo transcurría dentro de lo normal hasta que se
le bloquearon los frenos al piloto de Williams. Jean-Louis siguió la trazada
para no salirse de pista y colisionó con el piloto de McLaren, haciéndole
trompear y dejándole fuera de carrera. Esto daba vía libre a Gerhard Berger
para ir directo hacia la victoria. Michele Alboreto cruzó la meta en segunda
posición, haciendo que Ferrari consiguiera un doblete en su casa.
Las declaraciones de Berger tras la carrera definen
perfectamente el sentir italiano al conseguir la victoria: “Cuando vi el
coche de Senna parado en el piano, pude escuchar el rugido de la multitud por
encima del ruido del motor. Nunca me había pasado. Retiré la vista del asfalto
y me fijé en el público. Los veía cerca, muy cerca, mucho más cerca que en
ningún otro circuito. No sé cómo di esas dos vueltas que aún quedaban, creo
sinceramente que el coche iba solo”.
El milagro se obró en Monza. Ferrari conseguía un doblete en
su casa en uno de sus peores momentos. Pudieron rendir homenaje al gran Enzo
Ferrari, firmando una de las carreras que siempre estará en los libros de
historia de la Fórmula 1. Como dijo el gran Enzo: “Nunca agaches la cabeza,
mira siempre bien alto ganes o pierdas”. El 11 de septiembre, Italia pudo mirar
al cielo y honrar al fundador de la ‘Scuderia’.
You must be logged in to post a comment Login