España no lo pasó bien en Róterdam. La campeona de Europa sufrió frente a la selección de Ronald Koeman, que se sobrepuso al gol inicial de Nico Williams y ejerció su dominio con un gran partido de Reijnders y Frenkie De Jong, que emergieron en la medular para superar la presión de la Roja en los primeros minutos. La amenaza constante de Frimpong y Gakpo por las bandas desordenó la defensa del combinado de Luis de la Fuente, que sin Pau Cubarsí no encontró la manera de tener una salida de balón limpia. Con Pedri más cerca de la mediapunta, no logró acumular posesiones largas de balón para imponer su juego.
El desenlace del partido estuvo marcado por la expulsión de Jorrel Hato, que se marchó a vestuarios antes de tiempo por una dura entrada sobre Robin Le Normand. Con uno menos, Países Bajos decidió renunciar a su versión más ofensiva y defender el resultado, algo que por momentos pareció poder conseguir. Pero, cuando se antojaba inevitable que la eliminatoria se marchase con desventaja a la vuelta, volvió a aparecer el ángel de la guarda de selección, que necesitó seis minutos para demostrar que, por un motivo u otro, es imprescindible en este equipo candidato a todo. Mikel Merino marcó el gol del empate en el descuento, desatando la euforia en el banquillo español, aliviado tras una mala noche.
Merino parece destinado a aparecer en los momentos decisivos. Al igual que en la Eurocopa, con ese remate de cabeza majestuoso que dio el pase a semifinales en Alemania. Anoche se convirtió en el héroe de la selección cuando peor lo estaba pasando. Es un multiusos, un jugador capaz de ocupar prácticamente todas las posiciones del terreno de juego. Prueba de ello es su temporada en el Arsenal, donde las múltiples bajas de ataque le han obligado a ubicarse prácticamente de delantero. Sin embargo, en su etapa en el Borussia Dortmund llegó a actuar de central en una línea de tres. En Donostia se convirtió en la navaja suiza de Imanol Alguacil, siendo un jugador clave en una Real Sociedad campeona de la Copa del Rey y revelación en Champions.
Nuevo capítulo escrito en la trayectoria de Mikel Merino, que a sus 28 años y en plena madurez futbolística no negocia su rol protagonista, aunque sea partiendo de actor secundario. Un jugador que sin hacer mucho ruido, acaba demostrando que siempre está.