Existe una ley no escrita que tiende a menospreciar aquel éxito o victoria que no ha sido obtenida con el trabajo necesario, o por debajo de lo esperado. La famosa «ley del mínimo esfuerzo» hizo acto de presencia en el Norte de Londres, en el Emirates Stadium.
Era el gran partido del sábado, tras una franja de las 16:00 Horas polémica por las medidas de la Premier League de no distribuir su señal televisiva a ciertos países. Era la gran cita que recibiría gran parte de los focos mediáticos, tanto a nivel británico como europeo, incluso mundial.
El Manchester United ganaba 1-2 al Arsenal en el Emirates con un triunfo que, estadísticamente, dejó mucho que desear. Una victoria que coloca a los de Louis van Gaal en cuarta posición, en Liga de Campeones, casi silenciosamente. En medio de una tormenta mediática con la eterna comparación entre Moyes y van Gaal, en la que se habla más de lesiones que de un buen rendimeitno, los de Old Trafford ya están entre los cuatro primeros clasificados.
Sin embargo, las sensaciones no son las mejores. En Londres siguieron con la (preocupante) tónica de la temporada y llevaron a cabo un partido pobre, sin generar gran peligro contra la portería del Arsenal, pero se llevaron un triunfo importante a domicilio (no ganaban fuera de casa desde el mes de Abril).
El Manchester United marcó dos goles, los Red Devils ganaron un partido que llegaron a mandar por 0-2, e incluso Di María tuvo la opción de colocar el 0-3, pero falló y finalmente Giroud puso algo de emoción. Pero la imagen del equipo fue muy pobre, preocupante, e indigna para una potencia europea que se ha gastado casi 200 millones de euros.
Los de Manchester lanzaron sólo 1 disparo entre los 3 palos de la portería Gunner, pero consiguieron marcar 2 goles. A primera vista, incomprensible, pero refleja un poco el oro que sacaron de su visita a Londres. El 0-1 llegó en propia portería, tras un centro que fue desviado por Gibbs (no iba a portería) y el 0-2 fue una contra de libro definida a la perfección por Rooney en el único disparo entre los 3 palos.
El Arsenal mostró mejor sus cartas, y sólo por una enorme actuación (otra más) de David De Gea, que salvó a los suyos tanto en el primer tiempo como en el segundo de que el gol de los londinenses subiera al marcador. Sólo así seguía con vida deportiva el Manchester United, que además obtuvo el premio del gol en propia a su favor.
La ley del mínimo esfuerzo hizo acto de presencia para el Manchester United, dejando atónitos y decepcionados a los aficionados Gunners, con Arsene Wenger incluído, que sigue su particular camino sin destino cuando se enfrenta a potencias. Los del Emirates hicieron un más que respetable encuentro. Dominio inicial, encontrándose con un soberbio De Gea, y arriesgando aún más cuando el 0-1 ya brillaba en el luminoso. Les salió mal la jugada, y un decepcionante United se llevó una importante victoria que supone algo más que 3 puntos.
Un equipo formado por jugadores de la talla mundial de Robin van Persie (que recibió abucheos de la que era su afición hace unos años), Wayne Rooney o Ángel Di María, entre otros, que fue incapaz de tirar más de un disparo a portería, y que se fue marcando dos goles retando a la lógica humana.