Después de la histórica goleada endosada por el Atlético al Real Madrid (4-0) y la posterior y manida fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo se ha escuchado de todo. Desde falta de profesionalidad hasta jugadores sentenciados (Khedira), pasando por un posible cese de Carlo Ancelotti. Sí. Han oído bien. Un posible cese de Carlo Ancelotti. Para algunos, el crédito del italiano podría estar cerca de acabarse de no mejorar el rendimiento y los resultados en las próximas fechas -cabe recordar que el Real Madrid es el líder de la Liga BBVA-, y el posible bajón físico de los jugadores se debería a la falta de intensidad de sus entrenamientos.
De sobra es sabido que en el fútbol la memoria apenas existe, pero criticar la labor de Carlo Ancelotti suena más que atrevido. Pocos gestores de grupos, de egos, como el italiano existen ahora mismo en el fútbol mundial. El de Reggiolo supo domar a las bestias del mejor Milan de los últimos años; cumplió, ganando títulos, en su aventura en el Chelsea; y convirtió en un grande de Europa al PSG, ayudado, eso sí, por los petrodólares. Además, hace poco más de seis meses propició que el Real Madrid levantase su décima Champions League, un deseo que había mutado a obsesión.
En su primera temporada en Chamartín tuvo que encajar en el puzzle blanco a Bale, un futbolista que, pese a su indiscutible calidad, no era una prioridad teniendo en cuenta las buenas actuaciones de Di María como extremo derecho a pierna cambiada. Se adaptó al fichaje y reconvirtió al argentino como interior derecho, al lado de un Modric que con el italiano en el banquillo superó su mejor versión, mostrada en el Tottenham. Durante el verano se volvieron a producir cambios en la plantilla a golpe de talón. Di María y Alonso, titularísimos, fuera, y James -80 millones de euros mediante- y Kroos dentro, futbolistas muy diferentes a sus antecesores.
Se temía lo peor, la vuelta al declive de Los Galácticos, los nombres y el márketing y por encima de los hombres y el equipo. Un centro del campo formado por Kroos y Modric evocaba de todo menos equilibrio, pero ahí estaba Carlo Ancelotti para conseguir que la máquina no dejase de funcionar. Después de unos encuentros de transición, el técnico italiano decidió que Kroos podía hacer las veces de centrocampista posicional, y ante la ausencia de Modric por lesión también retrasó la demarcación de Isco, provocando, del mismo modo, las más destacadas y completas actuaciones del malagueño hasta la fecha, que se postula como una pieza clave de la selección española para los próximos años.
Ancelotti también le encontró un sitio a James, en principio como interior pero también como extremo diestro, dependiendo de las bajas. Y Bale, Cristiano y Benzema siguen siendo indiscutibles, pese a que el galés todavía no se ha conseguido adaptar del todo al juego del Real Madrid, aunque sus cifras no lo demuestren. Y todo ello gracias al talento y al talante de un técnico italiano que no acostumbra a dar titulares, no se enfada públicamente y evoca paz, tranquilidad y respeto. Un entrenador clásico pero a la par moderno, exigente y trabajador pero también dialogante y sereno. Sin duda, el mejor preparador que puede tener el Real Madrid en estos momentos. ¿Cese? Por favor…