Si quieres ser feliz debes evitar Twitter. No lo dijo Paulo Coelho porque no podemos fiarlo todo al brasileño -frase también aplicable al fútbol-. El aficionado del Tottenham, afiliado al dolor desde hace mucho tiempo, se encontró ayer con uno de esos mensajes que asustan. Kane se quiere ir. Se quiere ir Kane. Han leído bien. El estandarte. El capitán. El alma. El faro. El inglés es uno de los mejores delanteros de la historia de la entidad ya que sigue pulverizando marcas individuales día tras día. Pero tiene un problema: no ha ganado ni un título todavía. Cumplirá 28 años.
Aquí Levy, propietario del club, se encuentra en una tesitura complejísima. Bien sabemos todos que es uno de los negociadores más duros del panorama europeo, pero no será fácil navegar ante la petición del mayor pilar de su proyecto. Kane es uno de esos futbolistas que no solo son importantes por lo que hacen en el campo: los requisitos de plantilla en la máxima categoría son complejos. Debes tener un número de futbolistas nacidos allí y otro de jugadores que hayan crecido en la cantera. Él lo cumple todo. No hay nadie mejor para ese puesto que él. La búsqueda de un reemplazo es adentrarse en su Moby Dick particular.
Y sí, está la carta del poderoso caballero del que hablaba don Francisco de Quevedo: el dinero. Aunque, como bien saben, eso no lo es todo. Su marcha puede dejar un agujero kilométrico en el ataque de los spurs. Por no hablar del efecto dominó que implicaría a otras estrellas de la plantilla. ¿Con qué cara aparece Son Heung-min a los entrenamientos? Ya os lo digo yo: con la de Gustavo Fring cuando le cuentan algo que no le gusta sobre sus negocios. Y no hace falta que sea sobre los Pollos Hermanos.
El de Walthamstow tiene tres años más firmados. Ya nos sabemos esta historia. Los contratos, muchas veces, son como las estadísticas: están para romperse. Dependerá de si él quiere tensar la cuerda y si los conjuntos interesados presionan hasta el final. Kane ya ha demostrado por activa y por pasiva que su fútbol es de muchos quilates. Ya sea en el Tottenham o en otra entidad seguirá haciendo goles. Sin embargo, no solo valen los tantos. Los títulos son el prozac del futbolista y para tocar metal, seguramente, necesita un nuevo proyecto. Antes de que nos hayamos quitado el sayo ya sabemos que va a ser uno de los nombres del verano. No me extraña.
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