El Comité de Apelación de la UEFA ha tomado la decisión de dejar fuera de la Conference League a Osasuna. Hay frases que se estampan como una bofetada. La dureza de las palabras también se imprime, los actos que las siguen hieren a todo el entorno que engloba a la entidad. Ahora nos dicen que, después de la gran temporada del club rojillo, le quitan su merecido premio. Como ganar la lotería y perder el número el mismo día que hay que ir a cobrar. Un capítulo escrito con desmedida crueldad.
El valor de lo logrado en la temporada 22-23 es de un valor intangible. No hay absolutamente nada que pueda medir el sentimiento de una afición que estuvo presente en la final de la Copa del Rey tras zamparse cuatro prórrogas y que, en las últimas instancias, logró colarse en el selecto grupo que accede a las competiciones europeas. Lo elaboró sin perfume caro, catering de alta gama y sin un ‘dress code’ que despreciara el confortable chándal de su zona técnica. Lo hizo con el oxígeno y el sacrificio de sus jugadores, con el modus operandi de Jagoba Arrasate que se despliega a base de presión, ritmo e intensidad. Con un estadio que no tiene el rojo en la sangre y el corazón de casualidad. Tambalear semejante éxito es una desfachatez.
Las malas praxis y las ilegalidades deben ser penalizadas, sin duda alguna. Pero urge que el castigo se lleve a cabo con medidas equilibradas que nunca hagan pagar a justos por pecadores. Osasuna extenderá todos sus recursos legales para poder frenar el atropello. El desenlace está por leer, pero las palabras finales se intuyen duras, inclementes y despiadadas. En el fútbol, lamentablemente, también tienen cabida estas acciones. Respect.
Imagen de cabecera: @Osasuna