Malasia anunció hoy que a partir de 2018 dejará de albergar Grandes Premios de Fórmula 1, mientras que Singapur parece estar meditando tomar la misma decisión.
De esta forma, la región del sureste asiático podría quedarse sin una carrera de la máxima categoría del automovilismo por primera vez desde 1998.
El ministro de Tourismo y Cultura de Malasia, Nazri Aziz, confirmó hoy que el país dejará de ser sede de la Fórmula 1 cuando su contrato expire a final del año que viene, informó «The Star Online».
Aziz aseguró que la competición se había hecho «demasiado cara de albergar y ya no era atractiva». Según explicó a los periodistas reunidos en el Parlamento, la asistencia a las carreras ha descendido en todo el mundo.
El país gasta unos 68,6 millones de dólares al año para organizar la prueba, algo que, según el ministro, no es rentabilizado por el país.
Por otro lado, el mismo patrón de la Fórmula 1, el británico Bernie Ecclestone, sembró dudas sobre la carrera de Singapur cuando le dijo a una revista alemana que el mini-Estado no quería seguir organizando la carrera nocturna.
Un portavoz de los organizadores del Gran Premio aseguró a Channel NewsAsia que no realizaban comentarios «sobre negociaciones comerciales en curso».
Algunos analistas señalaron que con cierta inestabilidad en asuntos políticos como la Asociación Trans-Pacífico, el Gobierno singapurense podría estar preguntándose «por qué gastamos dinero en un lujo».
En su entrevista con «Auto Motor und Sport», Ecclestone dijo que Singapur había usado el Gran Premio para lograr cierto estatus y ya no lo necesitaba más tras diez años.
«Miren lo que hemos hecho por Singapur. Sí, el Gran Premio les ha costado mucho dinero, pero también les hemos dado mucho dinero», dijo el jefe del campeonato.
«Singapur de repente era algo más que un aeropuerto al que viajar o del que viajar. Ahora creen que han logrado su objetivo y no quieren más un Gran Premio», advirtió.
La carrera en el micropaís tuvo este año su peor índice de asistencia, con una bajada del 15 por ciento desde su debut en 2008.
La prueba tiene un costo organizativo de 105 millones de dólares anuales, con un 60 por ciento de la cifra financiada por el Gobierno.