Por estos días, la Juventus experimenta un cambio de identidad, acaso un dilema: vive de la abundancia goleadora de su ataque, que compensa la inusual fragilidad de su defensa.
Esta temporada, el equipo de Massimiliano Allegri busca un séptimo título consecutivo en la Serie A, pero sobre todo ganar la Liga de Campeones tras dos finales perdidas en tres años.
En el torneo continental, los «bianconeri» visitan mañana al Sporting de Lisboa buscando una victoria que les asegure al menos el segundo lugar del Grupo D y el pase a los octavos de final.
Pero la defensa de la «Vecchia Signora», la marca de fábrica que permitió buena parte de los éxitos recientes, hace aguas desde el comienzo del curso y ya concedió más goles que su promedio tanto en la Serie A como en la Champions.
Si en la pasada edición del certamen continental eliminó al Barcelona con un 3-0 de marcador global en los cuartos de final, en esta perdieron 3-0 cuando visitaron el Camp Nou en la primera jornada de la fase de grupos.
Es ilustrativo: en la Champions pasada, encajaron cuatro goles en fase de grupos y apenas tres en la de eliminación directa, antes de la final perdida 4-1 frente al Real Madrid.
Sin embargo, la prueba del cambio es más visible en la Serie A, en la que además la Juve no es líder, sino segunda a tres puntos del Napoli.
Los 33 goles anotados están por arriba no sólo de su promedio, sino también de la media del torneo. No obstante, lo realmente sorprendente son los 10 goles encajados, ya una tercera parte de los 27 que la Juve permitió la temporada pasada.
Por ahora, el rendimiento es tan pobre como en la campaña 2015-16, en la que concedió 10 goles en 11 jornadas, pero marcó apenas 13. Eso sí: a esta altura era líder con 11 puntos de diferencia.
Más adelante, Allegri retocó un equipo que recibió nuevas incorporaciones y terminó la temporada con 20 puntos de ventaja.
En esta cuarta temporada en Turín, el técnico italiano también ha tenido que ensamblar nuevas piezas, aunque perdió la fortaleza defensiva, que es, además, una de sus marcas como entrenador.
«Todavía tenemos altibajos», dijo tras la victoria 4-1 ante el Spal el miércoles pasado, cuando el recién ascendido equipo descontó cuando el partido iba 2-0 y estuvo cerca de igualar las acciones.
«Una vez más, levantamos el pie del acelerador», se quejó. «Estábamos jugando bien hasta el 2-0, pero en vez de continuar y aumentar el ritmo, nos salimos del partido y el Spal fue lo suficientemente astuto como para aprovechar la única chance que habían tenido hasta ese momento«.
En esa medida, Allegri pidió más concentración. Su equipo pareció tenerla el fin de semana al vencer 2-0 al Milan con un doblete del argentino Gonzalo Higuaín.
El delantero suma seis goles en el campeonato, mientras que su compatriota Paulo Dybala lleva 11 y escolta a Ciro Immobile, de la Lazio, máximo artillero del torneo con 14.
Vista la abundancia general de gol, ni Allegri ni el capitán Gianluigi Buffon pierden su fe en Higuaín, que en su última temporada con el Napoli (2015-2016) estableció un récord de 36 goles para la Serie A.
El argentino lleva 101 goles en la Serie A. En la Liga española, con el Real Madrid, había sumado 107, por lo que junto al sueco Zlatan Ibrahimovic es el único jugador con más de 100 goles en dos ligas en lo que va de este siglo.
Pero mientras que Allegri espera que Higuaín y Dybala mantengan el tren goleador, los problemas defensivos persisten en una zaga que ya no tiene a Leonardo Bonucci, hoy en el Milan, y a la que no han podido sumarse en plenitud Benedikt Höwedes y Mattia De Sciglio, ausentes por lesiones.
Así, la abundancia de gol cubre los despistes defensivos, con Dybala y el bosnio Miralem Pjanic en un dulce momento con los tiros libres. Si hiciera falta, el alemán Sami Khedira demostró ante el Udinese que puede marcar un «hat-trick» y postularse como goleador. Por lo pronto, la Juve puede sobrevivir en el mundo al revés.
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