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Leicester City

Fútbol Internacional

Corazón de zorro

La historia de Vardy es digna de película y palomitas. La suya y la que escribió junto al Leicester de Ranieri. Dos relatos improbables hechos realidad. Un chico rechazado por el equipo de la ciudad que le vio nacer, que alternó el fútbol con su trabajo en una fábrica de férulas, subió escalones desde la octava división, jugó con una pulsera electrónica por una orden judicial tras una pelea en un bar y se convirtió en campeón de la Premier League. Si te lo hubieran contado antes de que sucediera, no te lo creerías.

Vardy y compañía protagonizaron un cuento de hadas; pusieron patas arriba el fútbol inglés y alzaron un título histórico que ha quedado grabado en la historia como una de las gestas más impactantes. Sobre todo, porque el objetivo de ese Leicester era lograr la permanencia. Surrealista.

Ranieri explicó cómo desdramatizó la situación con pequeños retos para que aquellos jugadores no sintieran la presión. También, que Vardy le pidió que tuvieran una semana de vacaciones si eran capaces de ganar tres duelos de peso que el calendario les había fijado consecutivamente ante el Liverpool, Manchester City y Arsenal. Perdieron con los últimos, pero el técnico italiano les concedió esa semana de descanso. Para él, sus chicos habían ganado.

Antes de un partido ante el Crystal Palace, Claudio le dijo a esos jugadores que si lograban mantener la portería a cero los invitaría a cenar pizza. Lo consiguieron, y su entrañable entrenador los llevo a Peter Pizzeria. La sorpresa fue que tuvieron que fabricarla ellos mismos. En ese Leicester, todo se conseguía con trabajo. Así fue campeón, contra todo pronóstico, y Vardy se convirtió en una estrella del fútbol. Quien la sigue, la consigue.

Los éxitos y los años abrieron las puertas de aquellos futbolistas que fueron llamados a otros destinos. Vardy es el último rastro de aquella mítica plantilla. Tenía todas las papeletas para coger la maleta, pero se quedó en Leicester; en aquel club que se convirtió en su hogar y familia y donde logró cuatro títulos más. El que confió en él y al que respondió con amor y lealtad. Tampoco se marchó cuando el equipo descendió dos años atrás y volvió a subir con él. Estuvo siempre, en las buenas y en las malas.

Con 38 años, Vardy dice adiós a la que ha sido su casa durante 13 años, poniendo fin a una historia de amor que pudo parecer eterna. Sin reproches ni cuentas pendientes, con trofeos en la foto. Nadie olvidará sus goles, la fiesta en su casa ni las 30.000 máscaras con su cara que se repartieron en el King Power, entre otros. Siempre recordarán a aquel chico al que le tendieron la mano para ayudarle a escribir una historia de superación y les recompensó con los mejores días de su vida.

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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