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Fútbol Internacional

El ‘chico malo’ de Nottingham

En enero de 2011, un Posrche Turbo apareció en el parking de la estación de Zaragoza. Acumulaba meses y meses de multas. A las autoridades no les supuso un gran esfuerzo dar con el titular del vehículo. Tenía la matrícula personal que le había registrado Jermaine Pennant, futbolista inglés. Pero, ¿qué hacía ahí? Pennant, que había jugado en el Zaragoza la temporada anterior, se había marchado del club hacía cinco meses. Cuando la policía le cuestionó sobre aquello, admitió haberse olvidado de que tenía ese coche. Más tarde reconoció que era consciente, que no estaba tan loco como para dejarse allí un coche tan caro y que sabía que algún día volvería a por él. Esta, la vivencia más conocida y rocambolesca del ex futbolista, puede servir como ejemplo para hacerse una idea de cómo fue su vida como jugador. O también hacer de epílogo para contar una historia que nunca fue sencilla. Y que terminó también de una manera increíble: tras publicar vídeos de índole sexual.

Pennant nació a mediados de los años 80 en el seno de una familia humilde de ascendencia jamaiquina en The Meadows, un barrio de Nottingham. Según el informe que publica anualmente el gobierno británico, Nottingham suele encabezar (o estar en el podio) de las ciudades del Reino Unido más pobres desde hace más de 30 años. Concretamente, el barrio donde creció Pennant es uno de los que tienen una tasa de pobreza mayor en toda la ciudad. El porcentaje de niños que no tienen estudios supera con creces la media y, de hecho, con el paso del tiempo se supo que Pennant no había tenido educación alguna y era totalmente analfabeto. De población eminentemente mestiza y joven, resulta que Pennant creció en una espiral de droga y delincuencia donde no había mucho para elegir.

La situación fue incluso más difícil. Su madre lo abandonó siendo un niño y su padre lo cuidó hasta que cumplió seis años. Entonces, cayó en la droga. “Había gente entrando y saliendo de mi casa a todas horas. Mi padre me cuidó lo mejor que pudo, pero cuando se volvió adicto, todo cambió. Recuerdo que solía robarme el dinero que me daban en mi cumpleaños para comprar su dosis”.

Su resquicio de esperanza fue el fútbol, aunque es muy difícil escapar de las raíces. Su padre, Gary, había sido jugador semiprofesional y eso ayudó al joven Jermaine a ingresar en la academia del Notts County cuando tenía 10 años y vivir en su residencia desde los 14. Esto le ayudó a alejarse del barrio, pero nunca lo pudo hacer por completo. Un informe magnífico tras un gran hacer como juvenil terminó con Pennant firmando por el Arsenal en 1999, cuando solo tenía 16 años. Arsene Wenger había encontrado en él el extremo ideal para el futuro. O eso creía. Para entonces, por cierto, ya había debutado como profesional, después de que Sam Allardyce le diera la alternativa en un duelo de FA Cup ante el Sheffield cuando solo tenía 15 años.

Después de cuajar grandes actuaciones en el equipo reserva del Arsenal y en las categorías inferiores de Inglaterra (y después de jugar partidos coperos siendo aún menor de edad), además de una cesión en el Watford donde se fogueó unos meses, a Pennant le llegó la gran alternativa de ser titular en el Arsenal. Fue, ni más ni menos, en una de las últimas jornadas de la temporada 2002-2003 (una antes de la del Arsenal de los Invencibles), cuando el club iba primero y se jugaba ser campeón de Premier League.

Pennant tenía 20 años y, como no acostumbraba a ser titular, no imaginaba lo que iba a suceder. Arsene Wenger le dio la titularidad. Él, que no se imaginaba ni por asomo que pudiera ser de la partida (solo hacía un mes que había terminado su cesión en el Watford) decidió salir de fiesta a una gala de la revista FHM. Dice que se acostó a las 7 de la madrugada, que estaba citado a las 10 para estar en la ciudad deportiva del club y que apenas durmió un par de horas. Cuando Wenger leyó la convocatoria, resulta que iba a ser titular. “Tenía que idear algo. Estaba en el vestuario y necesitaba un plan para que me sustituyeran porque no iba a aguantar mucho en el campo. Tenía una resaca tremenda. Yo pensaba que como mucho me habrían sacado 5-10 minutos, pero no”. Aquel día, el Arsenal ganó 6-1 y él metió un hat-trick. Wenger solo le cambió en el 90 para que recibiera el aplauso de la grada.

Con todo, en el Arsenal era difícil hacerse un hueco y Pennant necesitaba jugar. Por lo que decidieron que se marchara un año cedido al Leeds y otro al Birmingham. Tenía 21 años, era un habitual en la Sub21 y estaba a punto de empezar a escribir sus páginas más oscuras. Porque en enero de 2005 fue arrestado por conducir borracho, sin seguro y sin carnet y estrellarse contra mobiliario urbano. Su primera declaración ante la policía fue admitir que él no era Jermaine Pennant, sino Ashley Cole. No tenía carnet porque un año antes le había sido retirado por ir ebrio. Pasó un mes en la cárcel, y más adelante tuvo que estar un tiempo viviendo y jugando con una tobillera electrónica en libertad condicional que le obligaba a estar en casa antes de las 7 de la tarde.

Toda esta situación extradeportiva convenció a Arsene Wenger de que lo mejor era dejar marchar a un chico problemático que, además, acababa de ver cómo encerraban a su padre por tráfico de drogas. Igual que había espantado al Arsenal, por muy bueno que fuera o pudiera ser, los grandes no querían acercarse a Pennant. Así, terminó firmando con el Birmingham de manera permanente. Pero claro, el chico era muy bueno.

Después de un magnífico año en el equipo del sur, Pennant recaló en el Liverpool. Desde pequeñito había sido aficionado del club y ahora cumplía su sueño. Pero algo sucedía. “Llamé a mi agente y le dije que no entendía nada. Tenía una novia, tenía dinero, tenía amigos y estaba jugando en el club de mi vida, pero me sentía infeliz y no sabía por qué. Había empezado a lidiar con la salud mental.  Jugó tres años como red, aunque el mejor fue, sin duda, el primero. Después, chocó con Benítez. Con todo, en enero de 2009, Pennant llegó a firmar un preacuerdo con el Real Madrid. “Estaba todo acordado, pero entonces el entrenador, Juande Ramos, paralizó el fichaje porque prefería a otro jugador”. Pennant terminó recalando como cedido en el Porstmouth y el Real Madrid acabó adquiriendo a Faubert.

Para entonces, Pennant ya tenía 26 años, su fútbol hasta entonces había sido irregular y las mejores ocasiones, quizás, ya las había dilapidado. No había debutado nunca con la absoluta de Inglaterra y Jamaica llamó a su puerta, pero él siempre tuvo claro que quería jugar con el equipo inglés. Nunca lo logró. Realmente ya había tocado su techo.

Pasó sin pena ni gloria por Zaragoza, donde después de llegar tres veces, en dos semanas, tarde y en mal estado a los entrenamientos decidieron darle puerta. Algún episodio más vivió, como el día que se fue de fiesta a Marbella, le dijo al club que había llegado tarde a entrenar porque se había quedado dormido, y el local donde pasó la noche subió fotos suyas en plena fiesta. El día que se marchó de Zaragoza, fue aquel en el que dejó olvidado su Porsche en la estación de tren. “Me bajé casi en marcha y dejé las llaves en la guantera porque perdía el tren, era día 31 de agosto y si no llegaba primero a Madrid, luego a Mánchester y de ahí a Stoke, me quedaba sin equipo”. Llegó y firmó por el Stoke City.

Allí estuvo tres años, aunque solo jugó realmente en el primero, en un equipo que era una especie de cementerio de elefantes donde encontró su ecosistema junto a Crouch, Walters o Huth. Su relación con Tony Pulis no fue la mejor y acabó saliendo por la puerta de atrás después de que Mark Hughes confiara en él, pero él no respondiera. Vivió una experiencia exótica en la India y, cuando volvió a Inglaterra, en 2015 y con 32 años, se preparó para ir bajando escalafones en el nivel de sus clubes. Wigan, Bury y otra experiencia rocambolesca, esta vez en Singapur. En 2018, después de jugar en el Billercay, equipo amateur inglés de sexta división, decidió colgar las botas. Su marcha del club, por cierto, no fue del todo usual. Le despidieron por grabar vídeos sexuales con su novia y publicarlo en diferentes plataformas.

Una vez retirado, se abrió al mundo. Quería brindar la ayuda que él no había recibido. Había luchado con la depresión y con la salud mental durante toda su carrera. Nadie le había preparado para ser un niño rico que ni siquiera sabía leer. Venía de un barrio pobre y nunca había tenido nada. No sabía cómo gestionar todo aquello. Había sido alcohólico desde la adolescencia y pasó toda su carrera lidiando con su adicción. Y lo había hecho todo solo. Sin ayuda de nadie. Admite que, la etiqueta de chico malo que se le había puesto desde juvenil, le encasilló en una posición que no se merecía, que no era para él, pero de la que incluso él se había convencido.

Una vez retirado, siguió en la cresta de la fama. Participó en el Gran Hermano para famosos de Reino Unido y siguió colaborando con medios deportivos. Su hacer con el balón sirvió para que los protagonistas de Ted Lasso tuvieran soltura a la hora de hacer las coreografías para la serie, pero la justicia volvió a llamar a su puerta hace un par de años cuando una de sus mansiones fue allanada por la policía y en ella se encontró una tremenda plantación de marihuana. Para su fortuna, no tenía nada que ver. La mansión llevaba tiempo abandonada, el jugador no vivía ahí y desde hacía años había sido ocupada por una mafia de narcotraficantes que no tenían ninguna vinculación con el ex futbolista.

El año pasado, Pennant reveló que había encontrado respuesta a algunos de sus problemas, pues le diagnosticaron TDAH. “Me hicieron un informe detallado y los resultados arrojaron que un perfil como el mío tenía un 90% de posibilidades de tener problemas como el alcoholismo, la depresión o el suicidio”. Ahora quiere ayudar a quien pueda estar en una situación como la suya.

Periodista | Profesor | Deporte en general y fútbol en particular | 📚Escribí 'Atleti, historia de un despertar' | A veces hago hilos 🧵

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