El partido que enfrentó a Italia y Albania en Génvoa no fue un partido normal. El estadio de Marassi fue testigo del primer encuentro entre ambas selecciones, más interesante por el contexto en el que se jugó que por el poco fútbol que se vio por el campo. Cinco detalles que le dieron interés al último amistoso internacional del año.
Fiesta albanesa. Se calcula que más de 15.000 albaneses estuvieron animando en las gradas de Marassi. Su colonia es la segunda más importante de extranjeros en Italia y el ambiente fue de jolgorio durante todo el partido. Cantaron ambos himnos, animaron sin parar e incluso saltaron varios aficionados al campo, de manera pacífica, solo para poder abrazar o hacerse firmar un autógrafo por sus jugadores, en especial el capitán Lorik Cana. Su selección realizó un gran papel con los Cana, Hysaj, Memushaj o Cikalleshi, aunque al final, la derrota fue lo de menos.
Italia B. Durante algunos años, en especial durante los años ’60, existía un combinado nacional en el que futbolistas con prospectivas de llegar a la selección absoluta jugaban partidos amistosos, el equipo B. Aunque cayó en desuso -en Italia todavía existe esa denominación para una selección de jugadores de Serie B- la azzurra que jugó Marassi podría considerarse como tal. La convocatoria fue, en su mayoría, de futbolistas nada habituales: debutaron Moretti -el más veterano en hacerlo, 33 años-, Perin, Okaka, Acerbi y Bertolacci -en el banquillo también estaban Rossettini, Rugani o Sturaro- y volvieron tras varios años Matri, De Silvestri, Antonelli o Criscito.
Okaka. Una de esas historias jóvenes perlas futbolísticas que se habían quedado por el camino. Nacido en Italia de inmigrantes nigerianos, debutó en 2005, con 16 años recién cumplidos, en un partido europeo con la Roma, como uno de los delanteros más prometedores del mundo. Luego se perdió en una espiral de cesiones fracasadas en Serie B (Modena, Brescia, Bari, Spezia) y el extranjero (Fulham). En el ostracismo en el Parma, Mihajlovic lo recuperó para la causa futbolística en enero. Con confianza, en este inicio de temporada ha sido pieza clave como delantero centro de la Sampdoria. Debut y gol con la selección, ya con 25 años. Ya no es una promesa, pero es un premio justo.
Superación. Tras destacar en Serie B con la Reggina y debutar decentemente con el Chievo en Serie A, Francesco Acerbi fue fichado por el Milan, dentro de una de esas maxi-negociaciones con el Genoa, y fue convocado para un amistoso por Prandelli. Fracasó estrepitosamente, volvió a Verona y luego fichó por el Sassuolo. En el reconocimiento médico, hace algo más de un año, le detectaron un tumor en el testículo, del que fue operado de urgencia. Cuando parecía recuperado, en diciembre dio positivo en un control antidopaje: el tumor se le había reproducido. Volvió a jugar hace dos meses con el Sassuolo y contra Albania debutó con la selección, sustituyendo a Bonucci.
Enfado de Conte. El seleccionador italiano estalló y se quejó del bajo nivel de los jugadores y la poca implicación de los clubes. “Hay que volver a ser humildes, apreciar el trabajo duro y el esfuerzo. Solo así se puede mejorar, sino será el principio del fin, de la decadencia”. Conte señaló al trabajo diario en los equipos: “Se debe mejorar la intensidad y la preparación física, cosas que están desapareciendo en Italia. Necesito gente dispuesta a meter el pie. Tanto veteranos como jóvenes”.