Imagina preparar un partido hasta el más mínimo detalle (puro estilo Unai Emery) y que todo se vaya por la borda en 30 segundos. Eso le pasó a un Villarreal que volvía a unos octavos de final de la Champions League 13 años después, recuperando para el Estadio de la Cerámica (por entonces todavía El Madrigal) una noche mágica europea. De aquel once que derrotó al Panathinaikos (1-2) no queda nadie, salvo un Marcos Senna que ejerce como director de relaciones institucionales y que vivió el choque con la ansiedad que le caracteriza.
Levantarse del golpe. Cuando encajas un gol en el primer minuto puedes mirar hacia el césped y pensar en que todo el planteamiento se fue al garete, o puedes levantar la cabeza y jugar. Por fortuna, el Submarino optó por lo segundo. Nunca sabremos cómo habría transcurrido el partido de no haber marcado Vlahovic, lo que sí sabemos es que desde ese momento el equipo amarillo disfrutó de un dominio más o menos continuado, que logró empatar a base de insistencia y que acabó encerrando a toda una Juve en su área a escasos segundos del pitido final. Una reacción categórica.
Insatisfacción. De ahí que la sensación general sea la de haber dejado escapar una oportunidad única para vencer a uno de los grandes clubes de la historia. Ninguno de los jugadores entrevistados ni el propio Emery dieron por válido el 1-1 pese a ir por debajo del marcador desde el segundo 35 hasta el minuto 66. “El punto de ambición que tenemos es llegar aquí para ganar y tener opciones», dijo el técnico vasco, que llegó a Villarreal en el proyecto de mayor exigencia de la historia del club, cambiando definitivamente la mentalidad de un equipo que se creía pequeño por pertenecer a una ciudad de apenas 50.000 habitantes. La ambición es tal que uno se va descontento a casa si empata contra la Juve. Porque el Villarreal hoy no es inferior a la Juve.
Nuevas figuras. El espectáculo perdió sin Gerard Moreno y Dybala, los cracks de uno y otro equipo, ambos lesionados. El catalán no está teniendo continuidad este curso por culpa de diversos problemas físicos, y Emery hace lo imposible para tratar de paliar la ausencia del futbolista que condiciona todo su ataque. En los últimos meses hemos visto incluso jugar en punta a Alberto Moreno y Manu Trigueros. Ante la Juve los elegidos fueron Danjuma y Lo Celso, si bien el primero (que venía de marcar un hat-trick al Granada) estuvo apagado amén de un taconazo que pudo ser el gol del año en la Champions. Lo Celso dinamizó el ataque y tuvo la más clara de la primera mitad con un tiro al palo. Aunque para MVP, un Capoue que volvió a demostrar un espectacular estado de forma, viviendo una segunda juventud a sus 33 años. Abarcó mucho terreno, dejó detalles de calidad, construyó y destruyó, y sirvió en bandeja el gol a Parejo con una asistencia marca de la casa. Llegó al Submarino en un mercado invernal tras la grave lesión de Iborra y con el tiempo se ha convertido en un ídolo para la afición grogueta. No en vano fue un jugador clave en la conquista de la UEL la pasada campaña. Al otro lado impactó el poderío de Dušan Vlahović, no solo por anotar un golazo en el primer minuto (aprovechó un balón largo de Danilo con un control y un giro de mucha clase) sino por acertar en todas y cada una de sus decisiones, valiéndose de su envergadura y su inteligencia. Un ‘9’ que van a disfrutar y mucho en Turín.
Ganar en Turín. El fin de la norma del valor doble de los goles fuera de casa en caso de empate implica una noticia buena y una mala. La buena es que el gol encajado no favorece a una Juve que en ediciones anteriores le habría bastado un 0-0 para pasar a cuartos. La mala es que el Submarino está obligado a vencer fuera de casa, una asignatura difícil esta temporada para el equipo amarillo, aunque en los últimos tiempos ha logrado conquistar plazas difíciles: Bérgamo, Anoeta, Benito Villamarín y Los Cármenes. El Juventus Stadium será el escenario para tratar de hacer historia. Una vez más.
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