El Friday’s de Azca rezumaba pasión por el fútbol americano en cada esquina del local. No cabía un solo alfiler en el recinto, y todos los presentes mantenían en un rincón de su cuerpo el cansancio acumulado a las 12:30 de la noche para presenciar, a través de las pantallas televisivas, un evento único. La SuperBowl LI se iniciaba en ese mismo instante y con ello iba a dar comienzo uno de los partidos más épicos en la historia de la NFL.
El primer cuarto dejó claro que lejos de una avalancha de puntos e intercambio de golpes sin respuesta por parte de las defensas enemigas, serían estas las encargadas de dictaminar el orden de juego en un primer compás. La tranquilidad y la igualdad reinaban en los quince primeros minutos (solo en el campo, ya que la tensión en la grada era máxima). Sin embargo en los siguientes quince, despertó Matt Ryan, y un Devonta Freeman imperial, para liderar un ataque feroz encargado de enviar el marcador al descanso con 21-3 a favor de los Falcons.
Las diabluras de una banda de receptores inspirados en una noche mágica no encontraban respuesta en el lado patriota, y ni siquiera el genio del libro mágico y las mil y una jugadas que en él se relatan, Bill Belichick, parecía poder encontrar una solución pasado el tiempo de descanso y la actuación de Lady Gaga.
La primera línea defensiva de Atlanta no dejaba de causar quebraderos de cabeza, y ni Brady, ni Edelman, ni en general ningún miembro de New England parecía tener el día. Todo eran caras largas entre los Patriots contrarrestadas con amplias sonrisas por parte de los hombres de rojo. La inspiración solo tenía un bando y era de los Falcons.
El luminoso reflejaba el punto número 28 de los de Georgia y alguno parecía dar por muertos a los patriotas, incluso unos pocos pusieron un desenlace amargo a su noche partiendo antes de tiempo a la cama. No obstante, la lógica desapareció del campo en el parcial definitivo, y entró en escena la magia, la épica y la gloria para ser atrapada por los vencedores.
Un último cuarto de absoluta locura fue poniendo en pie una y otra vez a los aficionados patriotas hasta llegar al empate a 28. Pocos daban crédito de lo que acababan de presenciar y no era para menos. Un renacido Brady puso el automático en pase y los hasta entonces desaparecidos, Hogan y Edelman, no dudaron en acompañarle para recoger balones a la manera circense. Por primera vez en toda la historia se viviría una prórroga en la SuperBowl, y ni un alma quería perderse el desenlace de una historia que bien podría estar dirigida por Martin Scorsese.
La suerte paso a manos de New England, y tras ganar el sorteo, fue suya la primera y última posesión del duelo. Un drive maravilloso colocaba a las puertas de la end zone a la ofensiva liderada por Tom Brady, y este dejaba el destino del choque en manos de un héroe inesperado que forjó su leyenda a lo largo de la contienda, James White. El número 28 de los Patriots había cuajado un tremendo encuentro, manteniendo en momentos complicados a los suyos, y teniendo la responsabilidad y el honor de cerrar una hazaña que será recordada como legendaria. La historia no puede olvidar lo ocurrido un 5 de febrero de 2017 en Houston. No merece ser olvidada la mejor SuperBowl de la historia.
El trofeo Vince Lombardi fue alzado una quinta vez por Belichick, lo que supone todo un récord como lo son las 466 yardas, los 62 pases intentados y los 43 completos que reflejo en la estadística final el primer quarterback en la historia capaz de llenar toda una mano con anillos de campeón, Tom Brady. Así mismo, White, con 14 recepciones y 20 puntos, se adjudicó otros dos registros para guardar, como quedara grabada en la memoria de todos los hombres y mujeres que presenciaron la gesta, una sublime recepción de Edelman, otra de Julio Jones, la cadera de Butler perdida tras una finta de Gabriel o la fuerza y empuje de White para dar la victoria y poner punto y final a un cuento de hadas.
Dejando a un lado el color de las camisetas, la Superbowl LI fue un regalo para todos los amantes del fútbol americano, una oda al deporte y un ejemplo de que todo es posible mientras quede tiempo para seguir luchando. Esa fue la historia de una SuperBowl extraordinaria.