«Nadie es mejor», dice de él una leyenda como Niki Lauda. «Está hecho del material del que están hechos los mejores», añade Toto Wolff, su jefe. Hablan de Lewis Hamilton, el piloto de Fórmula 1 que no deja de hacer historia.
El británico conquistó en México su cuarto título mundial y entró en uno de los clubes más exclusivos del deporte. Con cuatro coronas, ya sólo hay dos por encima suyo: el argentino Juan Manuel Fangio, ganador de cinco mundiales, y el alemán Michael Schumacher, que tiene el récord con siete.
Lauda, tricampeón mundial, no tiene dudas. «Lewis ya es el mejor», aseguró en la previa del Gran Premio de Malasia de este año. «Es rápido, concentrado, no comete errores y es brillante en pista mojada, nadie es mejor».
David Coulthard también lo pone entre los mejores. «Es difícil discutir que Hamilton es el piloto más grande que jamás ha producido este país (Gran Bretaña). El ex piloto británico lo calificó como «un ganador en serie».
Nacido en 1985 en Hertfordshire, Inglaterra, Hamilton tuvo un debut deslumbrante en 2007 al ser subcampeón del mundo con McLaren, equipo al que ingresó en 1998 gracias a un programa de formación de la escudería. Pero el camino nunca fue fácil.
Su primer compañero fue su primer gran rival. Era el español Fernando Alonso, que fichó por McLaren siendo la gran estrella del momento tras ganar los títulos de 2005 y 2006. Acusado por Alonso de ser el favorito del director de McLaren, Ron Dennis, las rencillas fueron tan profundas con el español que éste tuvo que partir de vuelta a Renault en la siguiente temporada.
Liberado de esa presión, Hamilton se comió el mundo en 2008, cuando venció al brasileño Felipe Massa en su batalla por el título y consiguió su primer campeonato, siendo el más joven de la historia en lograrlo. Ese récord lo rompería en 2010 el alemán Sebastian Vettel.
A partir de entonces, el británico entró en un bache debido a un modelo menos competitivo del McLaren. Fue quinto en 2009 y 2011, mientras que en 2010 y 2012 acabó la temporada en cuarto lugar, números decepcionantes para un piloto llamado a hacer historia.
En 2013 fichó por Mercedes para ocupar el lugar del mítico Schumacher. Su primer año se saldó con un único triunfo, pero en 2014 y 2015 apareció el mejor Hamilton. Ganó los títulos con autoridad. En 2016 estuvo a punto de repetir, pero su gran remontada final no le alcanzó para arrebatarle el título al alemán Nico Rosberg.
Hamilton sabe que nadie le regaló nada este curso. «Estoy batallando contra un cuatro veces campeón mundial», dijo sobre Vettel. «El competidor siempre quiere batallar contra el mejor posible, porque así cuando triunfas es todavía más satisfactorio», añadió.
A partir de hoy, al británico también podrán referirse sus rivales como él lo hizo esta temporada sobre Vettel. Ya es un tetracampeón, como Vettel y como el francés Alain Prost.
Wolff, el director de Mercedes, está encantado con el Hamilton que está viendo en 2017. «Llevamos cinco años trabajando juntos y nunca le vi en este nivel», manifestó. «Está hecho del material del que están hechos los mejores».
El pasado junio, en la previa del Gran Premio canadiense, Hamilton empató a su ídolo Ayrton Senna en número de “poles positions” y hoy es el piloto que más ha conseguido en la historia, con 72.
Pero Hamilton, a pesar de estar en la cumbre, tuvo un destello de humildad esta semana. «No creo que sea mejor (que Senna) por tener más victorias, más campeonatos, más ‘poles’», dijo. «Su vida se vio truncada. Si hubiera tenido la oportunidad, habría ganado más campeonatos».
Sin embargo, el británico aceptó el elogio. «Me pone orgulloso que mi nombre se menciona junto al suyo», expresó. A partir de este domingo, Hamilton no tendrá que sonrojarse cuando se siente en la mesa de los más grandes. Sus cuatro títulos mundiales lo avalan: Hamilton ya está en otra dimensión.
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