Hace poco más de un año, exactamente el 9 de enero de 2017, el Valencia tocaba fondo. Lo hacía después de empatar 3-3 en el Sadar y acumular su octava jornada consecutiva sin conocer la victoria. Por aquel entonces, el conjunto ya dirigido por Voro sumaba tan solo 13 puntos y estaba uno por encima del descenso. Casi nada. Por suerte, hoy todo ha cambiado en Valencia. Marcelino tiene al equipo tercero y la ilusión no para de dispararse en el aficionado che. En una época en la que lógicamente todos los méritos (sobre todo a nivel nacional) van dirigidos hacia el técnico asturiano, en estas líneas trato de explicar la figura que, a mi juicio, cambió el rumbo de la entidad, Mateu Alemany.
Avalado por el éxito de su primera etapa en el Mallorca, donde al frente de la directiva consiguió ganar la Copa del Rey en 2003, Mateu Alemany gustó a Peter Lim y fue el hombre elegido para reflotar el Valencia. El mallorquín llegó a finales de marzo del año pasado y fue nombrado director general del club. En su hoja de tareas, Lim le designó el trabajo de llevar el día a día de la entidad y de ser el responsable de la reestructuración de la plantilla en verano. Su buena relación con Tebas causó desconfianza en cierta parte de la afición, pero lo cierto es que su labor en estos 9 meses ha sido impecable.
La primera y trascendental decisión que tuvo que tomar Alemany fue la elección del entrenador. Tras una época de experimentos en el banquillo (Nuno, Neville, Ayestarán), el balear entendió que lo primero que tenía que hacer si quería revivir al Valencia era no fallar en la contratación del nuevo técnico. Mientras a Alexanco le gustaba más la idea de Quique Setién, Alemany le convenció de que la mejor opción para el banquillo no era otra que Marcelino García Toral. Mateu era consciente de lo que gustaba en Mestalla. Un técnico cuyo sello de identidad fuera la defensa y el contragolpe. Un Valencia bronco y copero. El Valencia de los éxitos, el Valencia de Rafa Benítez y de Héctor Cúper.
Una vez cerrada la llegada de Marcelino, el siguiente paso fue la reconstrucción del equipo. Con una plantilla totalmente devaluada y con jugadores con salarios galácticos, los deberes no eran nada sencillos. Marcelino y él diseñaron una lista en la que tenían marcado en rojo a un grupo de futbolistas que por nivel, vestuario y sueldo tenían que abandonar el club. Los Alves, Enzo Pérez, Santos, Abdennour…a todos se les consiguió dar salida y se obtuvo el suficiente colchón para llevar a cabo las nuevas incorporaciones. Con una mezcla de cesiones y traspasos con pagos a plazos, logró traer jugadores de nivel a un precio asequible. Futbolistas de grandes de Europa que no contaban con oportunidades pero en los que se confiaba plenamente. Guedes, Kondogbia, Murillo, Paulista, Neto…hoy todos se han revalorizado de la mano de Marcelino y sus llegadas han sido un gran acierto.
Ahora, en el mercado de invierno, Alemany ha vuelto a actuar bien y rápido. «Tenemos la suerte de tener un director general que no se cómo lo hace, pero lo hace», decía Marcelino. Y no le falta razón. En apenas 10 días, ya tiene a los refuerzos que había pedido para afrontar la cuesta de enero, Vietto y Coquelin. Dos piezas, que a la espera de Cancelo, vienen a completar el puzzle. A diferencia del año pasado, donde con el equipo al borde del descenso la segunda incorporación no llegó hasta el 31 de enero, este año, los refuerzos no han tardado en llegar. Alemany ha impuesto la lógica en un club donde siempre reinaba lo caótico y sinsentido.
Su éxito no solo se reduce a lo nombrado. Su fuerte apuesta por la cantera, logrando las importantes renovaciones de dos canteranos que hoy ya son realidades como Carlos Soler y Toni Lato, es algo a tener muy en cuenta. Ferrán Torres, Nacho Gil, Nacho Vidal, joyas de la Academia que hoy ya forman parte del primer equipo. Junto a ellos, el blindaje de perlas como Álex Blanco, Kangin Lee, Hugo Guillamón o Jordi Escobar. Canteranos que lamentamos cuando se marchan pero no valoramos cuando se hace bien el trabajo apostando por ellos.
Peter Lim al fin se ha dado cuenta de que la fórmula del éxito es rodearse de profesionales y hombres de fútbol. Mateo Alemany y Marcelino lo son. El club vuelve a estar donde tiene que estar, y la culpa, además de Marcelino, es en gran parte de Mateo Alemany.
Fotografía cabecera: valenciacf.com
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