Viéndolo con perspectiva, Gilbert Arenas sólo tuvo tres años buenos, pero qué años. El Agente Zero fue la típica estrella de la NBA que brilló con una luz casi cegadora y que terminó por pulsar el botón de autodestrucción cuando nadie se lo esperaba.
Arenas nació en Tampa (Florida) y se crio en Los Ángeles, por lo que pulió su baloncesto al más puro estilo de la Costa Oeste. Tras brillar en el Instituto Grant de Valley Glen recibió la llamada de la Universidad de Arizona, donde compartió vestuario con Richard Jefferson. En los Wildcats vimos por primera vez el que sería distintivo principal de Arenas: el dorsal 0. En el instituto había lucido el 25, pero en Arizona ese número estaba retirado en homenaje a Steve Kerr. Para elegir su nuevo dorsal, pensó en sus detractores. “Escogí el 0 porque dijeron que esa era la cantidad de minutos que iba a jugar en mi primer año en Arizona. Me encanta mostrar a la gente que se equivoca”. Y vaya si estaban equivocados.
En 2001, Arenas y Richardson llevaron a los Wildcats a la final de la NCAA. Allí esperaba el coco: la Duke de Mike Krzyzewski y su espectacular camada de Blue Devils. Shane Battier, Jay Williams, Carlos Boozer y Mike Dunleavy impidieron que los Wildcats repitiesen la gesta de 1997, cuando Mike Bibby y Jason Terry trajeron a Arizona el único título que hay en su sala de trofeos.
Tras dos años en collage, Hibachi (otro de sus apodos) decidió que era el momento de dar el salto a la NBA. Su destino fueron los Golden State Warriors. Un equipo que deambulaba por la parte baja de la liga con talentos jóvenes como Antawn Jamison, Jason Richardson y el propio Arenas. Tuvo un año rookie un pelín decepcionante, pero en el segundo destapó todo su talento: de 10’9 puntos y 3’7 asistencias en el primer año a 18’3 y 6’3 en el segundo. Una evolución que le valió ser elegido Jugador Más Mejorado. Su caché aumentó justo cuando terminó su contrato de elección de segunda ronda.
Los Washington Wizards aprovecharon esa circunstancia para llevarse a Arenas con un contrato por diez millones de dólares al año (seis temporadas). El conjunto capitalino llevaba desde 1997 fuera de Playoffs, cuando todavía se llamaban Bullets. El fichaje del base cambió el rumbo del equipo, aunque no de manera inmediata (25-47 de balance en la 2003-04). 2005, 2006 y 2007 fueron años vibrantes en el Distrito de Columbia con Gilbert convertido en el Agente Zero: casi 30 puntos de media en esos tres años, tres veces seleccionado para el All-Star y tres elecciones en uno de los mejores quintetos de la temporada, además de un liderazgo y sangre fría propios de una gran estrella. El único lunar, que aquellos Wizards se estrellaron siempre en el mismo muro: la primera ronda de Playoffs, ante los Cleveland Cavaliers de LeBron James, tres veces seguidas.
A los reconocimientos en la cancha hay que sumar los que recibía fuera de ella. Adidas le diseñó su propio modelo de zapatillas, las Gil Zero, y EA Sports le escogió para que fuese la portada del NBA Live 08. En una historia que es casi un cliché, a partir de su aparición en la carátula del videojuego comenzó la caída de Arenas: una lesión en la rodilla le mantuvo en el dique seco desde finales de noviembre de 2007 hasta principios de abril de 2008. En total sólo pudo jugar trece partidos aquel año, además de unos renqueantes Playoffs.
En junio de 2008, Arenas se convirtió en agente libre. A pesar de su lesión, los equipos estaban dispuestos a cubrirle de oro. Los Warriors, buscando al sustituto de Baron Davis, pusieron sobre la mesa cien millones de dólares por cinco años. Finalmente se quedó en la capital estadounidense con un nuevo contrato de seis años y 111 kilos. Uno de los peores contratos de la historia de la NBA. Evidentemente, no para el jugador, sino para el equipo.
Las lesiones dejaron la campaña 2008-09 de Arenas en dos partidos, y cuando parecía que el Agente Zero iba a volver a ser el que era, se produjo el episodio que terminó por sepultar su carrera. Como si del Viejo Oeste se tratara, una partida de cartas derivó en Arenas y Javaris Crittenton apuntándose con sus respetivas pistolas en pleno vestuario. David Stern suspendió a ambos para el resto de la temporada 2009-10 (55 partidos).
El altercado de las pistolas fue momento en el que los Wizards decidieron poner fin a la Era Arenas. Prueba de ello fue la elección de John Wall con el número uno del Draft de 2010. El Agente Zero (con dorsal nuevo, el 9) y su contrato tóxico fueron enviados a Orlando. Meses después, los Magic aplicaron la cláusula de amnistía en él para que su salario no repercutiera en las cuentas de la franquicia. Luego vino un fugaz paso por Memphis y por China, pero al contrario que Stephon Marbury, no logró la redención. Con poco más de 30 años, su carrera estaba acabada.
Desde el fin de su carrera, Gilbert Arenas solo ha sido noticia por sus versiones del incidente de las armas y por sus problemas económicos: divorcios, embargos de sus mansiones, deudas de apuestas… y eso que entre 2012 y 2013 ingresó treinta millones de dólares sin mover un solo dedo. Un triste final para una carrera que debió ser más larga de lo que fue.
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