Gavi es un chico diferente. Si no estáis de acuerdo, decidme otro jugador que haya pasado de ser cadete a la selección absoluta en un año y medio. No os esforcéis en buscar, ya lo hice yo. Como decía, Gavi es un chico diferente, hasta en su nombre. Gavi no proviene de Gabriel como mucha gente podría pensar, sino que se llama Pablo. Pablo Martín Páez Gavira más concretamente, pero vamos a seguir con el “Gavi”. Nació en Los Palacios y Villafranca un 5 de agosto de 2004. Sí, 2004. De esta forma se convirtió en el primer jugador de su año en ser llamado por la absoluta.
Como declaró uno de sus formadores de La Masia para el diario El Mundo, “Gavi es un animal competitivo”. También contaba la historia de revancha personal en el torneo LaLiga Promises. Tras caer en octavos de final frente al Espanyol, Gavi, decepcionado y enfadado a partes iguales, gritaba: “¡Esto no nos va a pasar nunca más! ¡Nunca más, eh!”. En la siguiente edición del torneo, el Barça se plantó en semifinales frente al Real Madrid. El encuentro acabó 2-0, ambos goles de Gavi. La final era frente al Atlético de Madrid y, tras irse al descanso con ventaja de 4-0, el de Los Palacios todavía gritaba “¡más, más, más!”. El encuentro terminó 6-1 para los azulgranas. Si esa es la personalidad de un niño de 11 años común, estoy yo muy perdido.
Años después, aunque tampoco muchos, Gavi ha debutado en primera división con la primera plantilla (con varias titularidades), así como en la Champions League. Además, en el caso de que debutase con la selección frente a Italia, se convertiría en el jugador más joven en disputar un partido con ‘La Roja’. Este título lo posee todavía Ángel Zubieta, quien hizo su primera aparición con el combinado nacional a los 17 años y 284 días, en 1936. Gavi pondría la nueva marca en 17 años y 62 días. Si seguimos rizando el rizo, en el caso de anotar un gol, le arrebataría el récord de precocidad a otra joya del FC Barcelona: Ansu Fati, quien marcó su primer gol con la selección a los 17 años y 311 días.
Pero todo eso son situaciones hipotéticas. Quizá ni siquiera juega y todas estas cábalas se quedan en nada. La única realidad ya comprobada es lo que demostró en su cortísima carrera con el primer equipo. Sin haber hecho grandísimas actuaciones ni haber marcado goles, viéndolo jugar se vislumbran… cositas. Es un jugador muy dinámico, imprime velocidad a la circulación de balón y no tiene ningún complejo. Es atrevido, encara, recorta, filtra pases, pide la pelota… Una madurez que, aunque recientemente parece algo habitual por figuras cercanas como Ansu, no es para nada normal en un chico de su edad.
En un mundo en el que cada vez vemos chicos más jóvenes integrados en las primeras plantillas, también es apropiado debatir sobre ello. Las opiniones sobre este tema son diversas. Hay quien piensa que acelerar tanto el proceso formativo de los niños (porque es lo que son, niños) puede ser contraproducente e incluso malicioso para la carrera del jugador. Por otra parte, está la opinión de que cuando una categoría se te queda pequeña debes avanzar. Pero, ¿tanto? Es un tema que da para horas y horas de tertulias y, por otro lado, que no tiene una respuesta absoluta ya que cada caso es diferente. Por lo de ahora, disfrutemos viendo crecer (personal y futbolísticamente) al joven Gavi y cuidémoslo, que no deja de ser un niño.