Está el asunto como para pensar que en un año nada ha cambiado. Que nos despertamos estos días avasallados por las noticias de que nadie ha sido capaz de controlar y contener un virus que nos ha vuelto a quitar un año de vida y nos manda de vuelta al kilómetro 0. Es una forma de verlo, pero no la mía.
Este año nos ha devuelto la esencia del fútbol, ha vuelto la gente y como deporte ha cambiado. El Atleti volvió a ganar una liga, celebrada en los alrededores y peleada hasta el último minuto, fiel a lo suyo. El Real Madrid agotó hasta última gota, y le sirvió de trampolín para unos meses finales donde todo le coge puerta. El Barcelona busca sin pausa el renacimiento, y quizá del defecto ha reencontrado la virtud.
Desde el sur Sevilla y Betis se han subido a la ola, el Valencia ha cambiado el chip y la Real sigue dándole forma a un proyecto que ya le da Copa. El Villarreal ya gana torneos mayores. La tabla en el torneo se aprieta, el Rayo ha cogido la bandera del poderío de la Liga Smartbank entre los grandes y el Espanyol ha vuelto a hacer de su casa una consulta al dentista. Algo está cambiando.
El CVC debe servir para el empujón definitivo y la modernización que requiere nuestro fútbol para este siglo. La corona perdida en Europa nos ha pellizcado fuerte y existe la voluntad de ser referencia. Nos caemos, nos levantamos. Desde la crítica y la disparidad ha habido movimiento en el colectivo arbitral, y desde múltiples vértices se está envolviendo el producto para que sea tan global que el margen para equivocarse sea mínimo.
Igual hemos tenido mucho tiempo para pensar, igual no hemos vivido como acostumbramos y eso nos da cierta sensación de pérdida. No hay que negarlo, hemos perdido mucho, pero si hay algo que vida y fútbol comparten es la revancha. Siempre hay una oportunidad más. Antes o después, si hacemos las cosas bien, llegará nuestro momento. Brindemos por ello. Felices fiestas.
Imagen de cabecera: Sphera Sports
