Hay cosas que nunca pasan de moda. Los vaqueros, el Monopoly o un España – Italia. En un encuentro que es todo un clásico atemporal, los chavales de Luis de la Fuente se comieron el plato de pasta sin dejar ni un resto. España coció el partido al dente; saliendo bien con el balón, combinando en apoyos constantes, con vértigo y desequilibrio y con un gran compromiso en la recuperación del esférico. Todo lo hizo bien. Hasta saber sufrir en el último tramo para proteger un resultado que acabó siendo demasiado corto para explicar lo que sucedió en el tapete.
Hay cosas que se estilan de nuevo, que siempre vuelven. Como los pantalones acampanados, como la España de anoche; que nos conectaba con la nostalgia y nos hacía sacar pecho para decir, bien alto, que no estábamos en el cartel de la UEFA del arranque del torneo pero sí estamos en octavos, y siendo la primera selección que lo logra como primera de grupo. Bien tempranito. A quien madruga, Dios le ayuda.
Cucurella se reencarnó en Carles Puyol, brindó una exhibición defensiva y no falló ni un solo pase. En X dicen que Cucurella tiene nombre de cualquier cosa menos de futbolista. “Pisa, Florencia y Cucurella”. En la radio lo comparan a un Red Bull y probablemente hablen de él hasta en las peluquerías, entre esas revistas que resisten y sobreviven. Todo un trend. Pedri también ha buscado que regresen los elogios, recuperando su varita e interpretando los espacios. Fabián Ruiz suena igual de contundente que su fútbol; un recital tras otro.
España tiene equilibrio, pero también una osadía que es una ‘Extra ball’. Nico y Lamine generan una ventaja extraordinaria y diferencial. El pequeño de los Williams vive en un único verbo. Encara, encara y vuelve a encarar. Junto a la explosiva creatividad de Yamal, los extremos de esta selección son una amenaza constante. Con un argumento tan placentero, ni siquiera nos acordamos demasiado de que fue Calafiori quien abrió una puerta que nadie pudo tumbar. El fútbol se impuso. Spalletti contó que vestían de Armani y saldrían dispuestos a mancharse el traje si hacía falta, pero la moda la puso la Roja en la pasarela. Por si se les había olvidado, ya pueden hablar de España. La ilusión está presente, siempre vuelve.
