En ocasiones son necesarios puntos de inflexión que cambiarán cualquier síntoma, positivo o negativo. En el fútbol, como en cualquier ámbito de la vida, también ocurre, pese a que en ocasiones no se hace hincapié en esos momentos determinantes que cambian, casi por arte de magia.
Inglaterra vive a nivel deportivo una dinámica positiva, alegre, donde todo es felicidad, donde la senda del triunfo se ha instaurado casi como un automatismo que sigue creciendo con el paso de los partidos, y ha convertido un cielo gris que amenazaba la tormenta perfecta en un cielo abrasador.
Los ‘Three Lions‘ posteriores al pasado mundial de Brasil 2014 presentaban un horizonte negro, plagado de dudas e incerteza, que incluso puso en el disparadero al seleccionador inglés Roy Hodgson. El técnico del combinado británico explotó en rueda de prensa (con múltiples bromas, incluso de medios de comunicación ingleses) sobre el rendimiento del equipo, pidiendo a sus jugadores más profesionalidad y compromiso.
Una llamada de atención pública que ha surgido el efecto perfecto. Podía salir bien o mal, y salió de la mejor de las formas. Tras sufrir una negativa racha de 5 partidos sin ganar (previa al enfado de Hodgson) los ingleses han iniciado una fructífera racha de resultados más que positiva, que puso su última guinda en Celtic Park.
El estadio escocés acogía el duelo más antiguo de la Historia, en el gran Old Firm de selecciones entre Escocia e Inglaterra, que supuso un triunfo más cómodo de lo esperado para los ingleses por 1-3. Un gran cabezazo de Oxlade-Chamberlain y un doblete de Rooney sentenciaban el encuentro, y el ‘God Save the Queen‘ sonó más fuerte que nunca en Glasgow.
Con su triunfo en Celtic Park sigue la dinámica ascendente de Inglaterra desde el enfado de Roy Hodgson, que sigue siendo el foco de las bromas (unas más simpáticas que otras), pero que ha sido capaz de reconducir al equipo, sumando una racha de 6 victorias de forma consecutiva (Noruega, Suiza, San Marino, Estonia, Eslovenia y Escocia), con sólo 2 goles encajados y una interesante cifra de 15 goles a favor.
Inglaterra se llevó el clásico del fútbol británico, en un duelo que, pese a tener carácter amistoso, supuso un enfrentamiento lleno de tensión, tanto sobre el césped como en las gradas, que quedó totalmente plasmado en las celebraciones de un histórico Wayne Rooney (se encuentra a 3 goles de igualar la máxima cifra goleadora con Inglaterra) y del seleccionador inglés. Un duelo romántico, que esconde miles de historias, anécdotas y recuerdos.