Es más que evidente. Juan Camilo Hernández, más conocido como Cucho, ha llegado a la élite para quedarse durante toda su carrera. Tras una temporada fantástica el curso pasado en Segunda División, sobre todo en la primera mitad de la campaña en la que realizó nueve goles y repartió tres asistencias en el primer tercio de competición para un total de 16 tantos y seis pases de gol a final del ejercicio, en la que protagonizó una de las irrupciones más importantes de los últimos años en la categoría de plata; el jovencísimo atacante colombiano no está notando en absoluto, al menos en cuanto al desarrollo del gran abanico de su juego ofensivo y a su nivel de activación sobre el césped, el salto desde el segundo escalón del fútbol español a La Liga a sus prácticamente imberbes 19 años.
Leo Franco ha heredado de Rubi un equipo al que es un verdadero deleite sentarse a ver cuando consigue ser puro vértigo, con una gran capacidad para desbordar por las bandas y atacar con muchos efectivos para ser un recién ascendido y su idea, como no podía ser de otra manera con jugadores como el propio Cucho, Melero, Gallar, Chimy Ávila, Moi Gómez, David Ferreir y el espigado nueve italiano Samuele Longo para transformar el juego más directo y ponerlos de cara a todos ellos, parece ir por el mismo camino, con un puntito más contragolpeador que el manual habitual del actual técnico del Espanyol para competir con una mejor adaptación a los rivales ahora que pisan los estadios de la Primera División.
Un contexto en el que prima la verticalidad y en el que la exorbitante frescura, la punta de velocidad, el control orientado determinante y el buen uso de su cuerpo y de su tren inferior para proteger su espacio y arrancar y frenar, el desborde totalizador y el agresivo dinamismo por todo el frente del ataque que le permite partir de cualquiera de las posiciones ofensivas (nueve, segundo punta, falso nueve, extremo natural por la derecha o a pie cambiado, mediapunta…) y moverse por ellas a lo largo del partido, la temible mezcla de desequilibrio y clarividencia -la fórmula secreta de los elegidos-, y esa mentalidad incisiva para atacar los espacios sin pelota o en conducción lejos del área o incluso dentro de ella que maneja el atacante paisa puede seguir imponiéndose al tiempo que va canalizando de una forma más eficiente su desbordante energía dentro de un terreno de juego para aspirar a ser igual de productivo esta temporada de lo que ya lo fue la anterior. Lo que ya ha quedado claro en esa primera experiencia en el fútbol español y europeo coronada con el histórico primer ascenso del Huesca es que no siente el peso de la responsabilidad para nada, sobre todo después de haberse hecho cargo el año pasado, en buena parte y a sus particulares maneras, del testigo como dinamizador de la fase de ataque oscense que ostentaba otro pelotero fantástico como es Samu Sáiz, quien lo será aún más a las órdenes de Marcelo Bielsa en su segundo año en Leeds.
Millennial de ultimísima generación, el fútbol de Cucho Hernández, que saltó al radar de los grandes clubes tras liderar de manera reveladora a Colombia en el Sudamericano sub-20 de 2017 con tan solo 17 años y que fue el máximo goleador a esa misma edad de la segunda división de su país en 2016 con Deportivo Pereira, es sin embargo de todas las épocas y le han bastado sus primeros partidos de competición de su temprana e incipiente trayectoria en la élite europea para causar un impacto notable, para dejar su genuino sello y para esbozar una proyección francamente estelar. Cada partido del Huesca esta temporada, igual que la pasada pero ahora con el marco incomparable de enfrentarse a varios de los mejores equipos del mundo y ante los ojos del gran público cada fin de semana, es una oportunidad fantástica para presenciar y disfrutar del show de Juan Camilo y de su crecimiento como futbolista jornada a jornada. Y lo mejor de todo ese que ni siquiera podemos imaginar el techo del colombiano. Lo que ya ha quedado meridianamente demostrado en el poco más de año y medio que lleva vistiendo la camiseta del Huesca es que aspira a volar muy, muy alto.
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