La suerte se cebó con
los miles de peruanos que presenciaron su primer partido en un Mundial tras 36
años de travesía en el desierto. Era tan esperada la vuelta, que pocos
imaginaban la derrota de un equipo invicto durante más de un año. No había
lugar a la desilusión en el Mordovia Arena. Ni un ápice.
Menos si cabe después
del inicio de los incas, con una personalidad espectacular con el sello del
Profesor Gareca. En ataque, alegres y eléctricos. En defensa, intensos e
inexpugnables.Todo se puso de cara al filo del descanso cuando el VAR rearbitró
una entrada sobre Cueva en el área danesa (y que provocó un sismo en el país
andino fruto del salto de los miles de aficionados). El penalti lo lanzó el
propio exjugador del Rayo Vallecano con tan mala fortuna que lanzó el balón muy
por encima del larguero.
Fue el principio de las
desgracias para Perú, que se marchaba a vestuarios con la sensación de que la
victoria estaba en esos once metros fatídicos, el primero un Cueva destrozado
que rápidamente fue consolado por Guerrero y Ruidíaz. El del Sao Paulo es un
futbolista extremadamente vertical, que después de tal varapalo consiguió
echarse al equipo a la espalda y correr hasta el último minuto por dar al menos
una alegría a la hinchada de la albirroja. Su repertorio de amagos y regates
solo fue superado por el de André Carrillo, deslumbrante en banda derecha.
Nada sirvió ante una
Dinamarca que frenó los ataques peruanos con un soberbio Kasper Schmeichel y
que aprovechó un mínimo descuido para sentenciar a los de Gareca al
contraataque. Yurary Poulsen se plantó completamente solo ante Gallese y
definió al primer palo para colocar el 0-1. Fue entonces cuando entró Guerrero,
que cumplió su sueño de jugar un Mundial pese a su sanción por supuesto dopaje,
y demostró que, pese a la falta de ritmo de juego, debe ser titular ante
Francia y Australia. Ejerció de capitán, se dejó el alma y rozó el empate en
dos remates de ariete puro.
Perú acabó derrotado en
su vuelta a un Mundial, fallando las numerosas ocasiones de las que dispuso
(incluido un penalti) y encajando un gol en una jugada totalmente aislada. Las
sensaciones que dejó, sin embargo, fueron tan buenas que no deberían quedar en
el olvido. Guerrero, Cueva, Farfán y compañía tienen la oportunidad de
demostrar, ante una Francia que ganó sin brillantez ante Australia, que el
talento y el esfuerzo lleva su recompensa.
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