Hay un pulpo en Vigo. Hasta aquí no habría ninguna noticia, pero este pulpo es peruano, luce medias y borceguíes, viste la casaca celeste del Real Club Celta de Vigo y es el pulpo más pulpo del fútbol europeo. Ningún otro centrocampista de las cuatro mejores ligas del continente ha realizado más quites exitosos entrando al balón que Renato Tapia y únicamente el lateral italiano del Milan, Davide Calabria, le supera en esta particular clasificación general del tackle.
Además, dentro de las fronteras de La Liga, Tapia es el quinto jugador que más duelos terrestres ha ganado tras Javi Galán, Nabil Fekir, Lionel Messi y Lucas Ocampos, es también el quinto que más bloqueos realiza a pases o disparos del rival y el segundo que más presiones exitosas ha llevado a cabo en la temporada tras Marc Cucurella y por delante de Mauro Arambarri, lo cual, por sí solo, ya dice casi todo sobre las capacidades defensivas del peruano.
Hecho el obligado repaso estadístico a los fríos números, que en su caso nos dicen lo on fire que está Renato Tapia en su rendimiento a lo largo de la presente campaña en aquello que mejor sabe hacer, toca explicar detalladamente cómo y por qué el exfutbolista del Feyenoord es tan sumamente importante para sujetar a todo el entramado táctico, atrás y adelante, en el ofensivo, agresivo, presionante y vertical sistema de juego de Eduardo Coudet en el Celta.
La palabra ancla para referirse a un futbolista nunca estuvo mejor utilizada. Tapia es el coche escoba del 4-1-3-2 del ‘Chacho’, el jugador que hace posible en la práctica juntar a cinco atacantes puros en un mismo dibujo por su destreza posicional. El peruano se inserta entre centrales para sacar el balón en primera instancia y generar el contexto para que Denis Suárez venga a recoger el cuero en la medular, también cuando el rival juega directo hacia los puntas o cuando el Celta debe defenderse en bloque bajo para cerrar la mayor cantidad posible de las potenciales vías de escape hacia el interior de su área, y es el hombre que marca desde el epicentro la ya clásica defensa agresiva y hacia delante de su equipo cuando pierde el balón arriba o cuando el conjunto contrario maneja —o más bien lo intenta— la pelota en su campo.
El Celta es un equipo que castiga de maravilla un retorno defensivo deficitario por parte de sus rivales, así como una salida rasa que no cuente con unos mecanismos altamente pulidos, sirviéndose para ello de combinaciones veloces repletas de primeros toques y de una sucesión de desdobles por dentro y fuera muy bien trabajada, por lo que las recuperaciones de Tapia, tanto en la defensa hacia delante como en las ayudas laterales en campo propio, permiten las peligrosas transiciones marca de la casa, generan con efecto inmediato el hábitat predilecto de sus compañeros en el reparto ofensivo celeste y hacen que fluya el ‘chachismo’.
Brais Méndez, Denis Suárez, Santi Mina y Nolito se manejan muy bien en este tipo de ataques rápidos y en los movimientos dentro-fuera para dotarlos de amplitud y de opciones de pase con el objetivo de poder recibir con espacios, pero el mayor beneficiado no es otro que Iago Aspas. Con la facilidad para el quite de Tapia, el genio de Moaña puede recibir entre líneas muchas veces por partido y aprovecharse de que el oponente no esté todo lo bien perfilado o parado que debiera para sembrar el pánico con su colmillo, su movilidad, su calidad para conducir, atraer y soltar, su privilegiada toma de decisiones y su talento para pararse a pensar una décima de segundo antes de superar la última línea con un envío filtrado de valor gol, ya sea inmediato o tras uno o dos pases más que le den el tiempo justo para liberarse y finalizar.
La capacidad de Tapia para detectar las zonas más frágiles de su equipo cuando no tiene el balón es asombrosa. Cuando el Celta defiende abajo, sus ayudas a la espalda de los laterales, que suele ser la salida más natural del rival por la propia estructura del 4-1-3-2, u ocupando el rol de central cuando el central verdadero debe abandonar su posición y salir a banda por estar mejor situado en ese preciso momento son decisivas. El peruano obliga siempre al adversario a superar al menos dos obstáculos y cuando llega su turno es prácticamente infranqueable. Sucede exactamente lo mismo cuando a los de Coudet les toca correr hacia atrás, ya que el sistema de ayudas en la transición defensiva del Celta es básicamente él. Omnipresente, siempre bien ubicado para poder ejecutar estas ayudas tan fundamentales para sujetar defensivamente a su equipo, siempre cerca de donde debe estar, de la acción más probable, del desequilibrio más posible, como si tuviera un radar de cada rival en la cabeza.
Su efectividad en estos desplazamientos posicionales —tan arriesgados por ser el único baluarte en el centro del campo y, por tanto, por dejar a su espalda una gran zona despoblada en el carril central cada vez que acude a banda o retrasa su posición a la línea defensiva— se entienden y se explican desde su velocidad de reacción y su agilidad para lanzarse hacia la debilidad espacial de su equipo sea donde sea, por ser un lector avezado a la hora de meter el pie y por el fantástico timing que demuestra decidiendo cuándo saltar al rival o cuándo esperar, aunque saltar casi siempre y casi siempre con acierto y con éxito forma parte de su esencia y es precisamente el motivo por el que sus aptitudes son tan sumamente idóneas, y también idílicas, para un equipo tan agresivo defensivamente y tan vertical como este Celta.
Con balón nunca se complica. Sus decisiones, la inmensa mayoría de las ocasiones, se basan en jugar corto y mediante pases de seguridad, siendo muy concreto y muy parco en sus toques de pelota. Conoce a la perfección su rol, sus funciones y también sus límites. Un conocimiento totalmente clave para todo buen mediocentro único que se precie. Él es un facilitador, organizar el juego, inyectarle creatividad o batir líneas no es su trabajo y él no necesita hacer más porque hacer más es prácticamente imposible y porque en su trabajo ya es el mejor.
Su constancia, su rendimiento inmaculado y su despliegue físico, su pericia y su talento cuando su equipo no tiene el balón, su concentración permanente, su responsabilidad y su crucial grado de importancia para todo el sistema de Coudet en las dos direcciones del juego, para sus compañeros y para los resultados del Celta nos hablan alto y claro sobre lo que está logrando el pulpo Renato en su primera temporada en Balaídos: erigirse en uno de los especialistas defensivos más preciados y eficaces del fútbol europeo. Todos para uno y Tapia para todos.
Imagen de cabecera: Imago
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