El Liverpool llegaba a Home Park con el cartel de favorito y la cómoda sensación de haberse clasificado como finalista de la Carabao Cup. Los Reds están brillando con una convicción aplastante. Casi nadie se ha atrevido a toserle a los de Arne Slot en el presente curso, que son líderes de la Premier y concluyeron también en la primera posición de la fase Liga de la nueva Champions League. ¿Quién iba a imaginarse que caerían en la cuarta ronda de la FA Cup ante un equipo de la Championship? Y la cosa no queda ahí. ¿Quién podría pronosticar que lo harían ante el colista de la segunda competición de Inglaterra? Absolutamente nadie. Ni siquiera el guionista más estrambótico.
El técnico neerlandés dejó fuera a varias de las piezas clave de su habitual dibujo. Sin embargo, no es un argumento válido para excusar la actuación del conjunto de Merseyside ante el modesto Plymouth Argyle, que aguantó un primer tiempo con el marcador a cero y en el segundo acto encontró el gol que destrozaría a su rival. El árbitro señaló penalti por manos de Harvey Elliott. Desde los once metros, Ryan Hardie espantó los fantasmas; aquellos que le recordaban que tres años antes, en la misma ronda ante el Chelsea, erró ese mismo lanzamiento en el 118’ que les habría dado la oportunidad de forzar la tanda de penaltis. Esta vez no le tembló el pulso. Y si lo hizo, nos engañó a todos para marcar un gol que ya es historia del club del condado de Devon y de la vida del delantero escocés.
Miron Muslic no quería pecar en la euforia y prefirió ser comedido. No podían pedirle lo mismo a una Green Army que estallaba en las gradas. Les hicieron creer que el infierno era rojo y ellos lo convirtieron en verde. A pesar de los intentos del líder de la Premier, ya nadie podía salir a salvo de allí. Conor Hazard iba a sacar sus colmillos y sus guantes para ocuparse de ello.
Los logros se miden según su valor. El de los Pilgrims es estratosférico. En sus 139 años de historia nunca han puesto un pie en la máxima categoría del fútbol inglés. Este es, sin duda, uno de sus mayores éxitos para un club por el que pasó no hace demasiado tiempo Wayne Rooney en su última andadura en los banquillos y que luce en sus vitrinas la lucha de sus ascensos.
Al rival pequeño nunca se le puede ningunear. Por muy mal que pinte su temporada. Un equipo que aterrizó al duelo con una reconfortante victoria que no conocía desde principios del mes de noviembre. Las sorpresas de la FA Cup, el torneo de fútbol más antiguo del mundo, regalándonos el guion que nadie esperaba y a que todos nos fascina. Hoy, Alex Scott y Theo Walcott girarán las bolas del destino del Plymouth Argyle. Avanzar será complicado para este equipo, pero no imposible. De momento, han escrito una fecha inolvidable y se han ganado el derecho a soñar y pensar en verde.
