La Copa del Mundo y sus caprichos. Lo que para unos es el mejor partido de la historia de un país, para otros es una desgracia mañanera. Y eso es lo bonito.
Arabia Saudí le ganó a Argentina en el partido debut de ambos en este Mundial. Sí, como lo leen, gancho directo al mentón. Una de las selecciones favoritas cae derrotada en su primer partido contra una selección menor, o por lo menos muy inferior a ellos. Que hayamos disfrutado o sufrido este partido ya depende de los intereses personales de cada uno, pero lo que es una verdad universal es que acabamos de presenciar historia de los Mundiales, historia del fútbol. Y según lo que suceda con ambas selecciones de aquí al final del torneo, puede ser más historia todavía.
El resultado fue más sorpresa todavía -si cabe- tras ver la primera mitad. Al descanso nos fuimos con Argentina ganando 1-0 y con tres goles anulados a los de Scaloni, todos por fueras de juego. Y en esto no hay mucha discusión, un fuera de juego es o no es, y con la tecnología de escaneo que se está utilizando en este Mundial no hay mucha duda. El primero fue cuestión de centímetros de Messi, autor del primer gol válido y del primer gol anulado; el segundo más ajustado todavía, cuestión de milímetros pero Lautaro tenía el hombro adelantado; y el tercero, también de Lautaro, un poco más claro, aunque tampoco por mucho. Todo esto en menos de 35 minutos, cuestión de detalles.
Una vez en la segunda mitad, los árabes se vieron con posibilidades, y tras el paso por vestuarios en el que estoy convencido de que Hervé Renard tuvo gran protagonismo, salieron a morder. El técnico francés tiene una personalidad muy característica: muy intenso, muy agresivo, muy físico… Y contagia a sus futbolistas con esa actitud. Está acostumbrado a dirigir equipos, en general, inferiores, de los que no suelen ser favoritos en los partidos, y ya que técnicamente su equipo es inferior no permite que suceda lo mismo en lo físico. Se dice que es un ejemplo para sus jugadores en este sentido, que él se pasa varias horas en el gimnasio, y cuando un futbolista ve que su entrenador se machaca más que él, toma ejemplo.
Los saudíes mezclaron todo eso en un coctel y la charla del medio tiempo era la sombrillita que lo completaba. Apenas tres minutos después del 45, Al Shehri anotó el empate cruzando el balón a la base del poste, donde el Dibu no llegó. Pero la cosa no quedó ahí pues solamente cinco minutos después los saudíes se pusieron por delante contra todo pronóstico. Un gran recorte y un mejor disparo de Al Dawsari que significó el 1-2 y la sorpresa de lo que llevamos de Mundial. Scaloni reaccionó rápidamente con tres cambios ofensivos pero sus futbolistas no lo hicieron de igual manera. Seguramente el que mejor segunda mitad hizo fue Julián Álvarez, uno de los cambios. Pese a que dominaron y lo intentaron, apenas lograron generar ocasiones de peligro, muchísimo menos que en la primera parte.
La sensación que transmitió Argentina tras el paso por vestuarios es que lo vieron demasiado fácil y se relajaron. Se podían haber ido al descanso con un 4-0 pero finalmente terminaron perdiéndolo. Esa relajación sumada a la energía con la que salieron los de Renard fue lo que terminó decantando la balanza. Además también hay que tener en cuenta que gran parte de la selección de Arabia Saudí son futbolistas del Al-Hilal por lo que se conocen muy bien entre ellos y tienen muchos mecanismos ya automatizados en su juego.
Con esta derrota, las posibilidades de Argentina de ganar el Mundial siguen intactas pues siguen pudiendo quedar primeros de grupo pero es un duro golpe psicológico. Y es un durísimo golpe para todos los argentinos que se levantaron muy temprano para ver el esperado debut de su selección, recordemos que el partido fue a las 7 de la mañana en horario argentino.
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