El Barça de los últimos años está fuertemente marcado por el debate en torno al estilo/modelo de juego que demanda gran parte del entorno y el llamado ADN Barça, que en opinión de muchos es la clave cuando el equipo ha ganado más títulos.
Es evidente que desde la época de Laureano Ruiz en la década de los 70, y quizá desde mucho antes, hay una forma de jugar y entender el juego que es la que le ha dado más éxitos al Barça. Pero como todo en la vida, no puede ni debe ser absoluto.
El llamado Juego de Posición, no confundir con tener la posesión del balón sólo, porque no tiene nada que ver, es lo que más y mejor le ha funcionado al Barcelona, sobre todo a partir de Guardiola como entrenador. Hay mucha confusión también con entrenadores como Rinus Michels o Johan Cruyff, mucho más flexibles y ricos en matices, lejos del modelo que ahora se exige por un altísimo porcentaje de la masa social culé.
Pero la historia del club está también plagada de momentos en los que el equipo ha ganado jugando de otra forma, bien deseo propio o por no tener los jugadores adecuados para ello.
La llegada de Xavi al banquillo desató bastante euforia entre los defensores absolutos de esa idea. Xavi tiene a su favor el ser un icono reciente en la historia del club. Koeman ya se aleja en el tiempo como jugador del Barça y, aunque son muy distintos y pese a ser uno de los futbolistas más importantes en la historia del club, no es un detalle menor que haya gente que no le recuerde con el «4” a la espalda, saliendo en corto y en largo y ajusticiando porteros a balón parado.
Wembley, en mayo del 92, es el punto de inflexión del F.C.Barcelona moderno, aunque hayan pasado 29 años y haya una generación entera ya que no le ha visto jugar ni sabe lo que significó. Le han acusado de anti-Cruyffista y no hay nada más Cruyffista que dar la alternativa y mantener en el once a jugadores como Mingueza, Pedri, Ansu, Nico o Gavi, pese a que hubiera necesidad de tirar de ellos. Pero la confusión actual se lleva todo por delante.
El fútbol está profundamente marcado por el resultado inmediato, la necesidad económica, en el Barça de hoy día más aún, y la losa de tener que ganar la Champions por encima de cualquier otro título, restando valor a la Liga y por supuesto a la Copa del Rey, título que conquistó el Barça con Ronald Koeman en el banquillo en abril de 2021.
El periodo de mayor esplendor en la historia del club a nivel de títulos y continuidad en los mismos llegó de la mano de Guardiola en el banquillo y juntando la mejor generación de canteranos en la historia del club. Unido a la valentía de un entrenador que los puso sin pestañear y de la mano de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos como es Leo Messi. Además, ese modelo de juego, el de posición, le iba como anillo al dedo al perfil de centrocampistas que tenía el Barça y a un Messi, al que Guardiola redescubrió un sitio en la frontal del área para macar la diferencia.
Guardiola se marchó en 2012, exhausto y lejos de la visión del club que tenía el Presidente del momento, Sandro Rosell. Desde entonces han llegado títulos, años peores y otros magníficos, como la temporada 2014-15 con Luis Enrique en el banquillo, pero todos y cada uno de los entrenadores posteriores a Guardiola, han sufrido en mayor o menor medida una presión y unas críticas, a veces rozando la crueldad, si no se ceñían directamente al modelo de juego que una gran parte de la masa social demanda. La descomposición paulatina en la gestión del club a través de las sucesivas directivas no ayudó.
El reto para Xavi es monstruoso, tiene mucho ganado, como le sucedía a Zidane en el Madrid, por su condición de jugador histórico y bandera del estilo en la época reciente más exitosa del club. Pero el fútbol, y sobre todo el actual, dicta sus propias normas. Ni el Barça tiene la peor plantilla de su historia ni es la que ganó el famoso sextete con Guardiola.
Pienso que Xavi es lo suficientemente listo para ser consciente de todo y, sin renunciar a su estilo, introducir los matices suficientes para poder competir. Y tengo la sensación de que, si no gana, encontrarán las pegas suficientes y le acusarán de no defender el modelo como se esperaba. No hay mayor trampa ni debate más manoseado y confundido que el del ADN Barça. Sólo el tiempo nos dará una perspectiva más real y nos permitirá enjuiciar con más criterio.
Imagen de cabecera: FC Barcelona